6.1 Principales rasgos del ensayo
¿Qué sé yo?
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ema de Michel de Montaigne, siglo XVI.
- Prosa no ficcional. De acuerdo con los ya citados Glaudes y Louette, estos dos rasgos fundamentales se pueden explicar así: Prosa porque, en ausencia de toda codificación literaria, no hay ninguna obligación que limite la forma de esta clase textual que no está caracterizada esencialmente por el primado de la función poética. No ficcional porque el objeto del ensayo no es simular acciones dentro de una narración o una representación dramática, sino proponer una reflexión sobre un tema cualquiera, en un discurso doblemente caracterizado por su referencia a la verdad y por el interés de persuadir a los lectores.29
- Carácter interpretativo, crítico, comentativo. Con muy pocas excepciones, se considera que el ensayo pertenece fundamentalmente a la gran familia de la prosa no ficcional, ligado a la llamada literatura de ideas, más cercano al ámbito de la crítica y la interpretación que al de la lírica o la ficción. Si bien en el ensayo aparecen frecuentemente intuiciones poéticas o pasajes narrativos, predomina en él un carácter expositivo-explicativo y una actitud comentativa central.
- Punto de vista y punto de partida. Como ha dicho Routh, "el ensayo crea un punto de vista" y su estilo es capaz de guiarnos por el universo mental del escritor: se trata así de un estilo de escribir que conduce a un estilo de pensar; de un estilo de pensar que conduce a un estilo de escribir, y que nos ponen en relación tanto con el universo mental del escritor y su escritura como con el mundo que está más allá del texto. La adopción de un punto de vista que actúa a la vez como adopción de un punto de partida para el discurrir de la reflexión, y que a su vez aborda con esta mirada personal la materia tratada.
- Personalización del tema tratado. El ensayista hace suyos, por decirlo así, los distintos temas y problemas tratados, de modo tal que tiñe con su mirada el mundo, a la vez que el mundo se manifiesta a su mirada. Parafraseando a Tomás Segovia, diremos que el ensayo manifiesta un estilo de reaccionar el autor a un estilo de dársele el mundo.
- Relación entre el texto y la operación que lo genera. Ensayar un tema implica entender, interpretar, juzgar, evaluar, criticar, participar: quien escribe un ensayo procura desplegar su acto de ver y entender un asunto determinado, interpretarlo, juzgarlo, valorarlo, criticarlo desde su propio punto de vista.
- Opinión responsable. El ensayo es siempre la asunción de una firma, de un contrato de intelección, de un ejercicio de alta responsabilidad por la palabra empeñada.
- Apertura. Dado que el género no presenta fuertes restricciones en cuanto a los temas a tratar o a las modalidades compositivas a adoptar, tanto la selección como la organización reposan en el modo en que se desenvuelve la interpretación. Existe así una franca apertura temática y compositiva, con escasas restricciones genéricas, aunque ello no implica desorden ni falta de consistencia interior. Muy por el contrario, la exigencia de organización en el pensamiento y en la presentación es redoblada para el ensayo, que es, como lo ha dicho Adorno, "sistemáticamente asistemático".
- Organización. El ensayo traduce siempre un esfuerzo por dar una cierta organización compositiva y coherencia a las ideas que se desarrollan. En algunos ensayos predomina un orden "demostrativo" y en otros un orden "mostrativo". En algunos se presenta una organización que subordina de acuerdo con criterios lógicos, causales, temporales, una idea respecto de la otra. En otros ensayos predominan los enlaces paratácticos, que privilegian el tejido, la coordinación, la yuxtaposición, el crecimiento reticular. Las intuiciones e ideas se organizan de manera coherente y convincente, y dan lugar a una cierta configuración del texto que puede atenerse a un orden externo predeterminado (tal, por ejemplo, un cierto orden argumentativo) o bien articularse con mayor libertad formal y de pensamiento (tal, por ejemplo, el enlace de una serie de intuiciones o fragmentos), pero que siempre da lugar a una organización significativa, que en la mayoría de los casos traduce una voluntad expresiva y de estilo, así como puede alcanzar una dimensión artística.
- Mostración y demostración. Las ideas, imágenes, símbolos presentes en el ensayo se articulan de manera convincente y seductora, en cuanto se habrán de poner en diálogo y compartir, participar con los lectores de esta experiencia intelectual de comprensión. De allí que en el ensayo se combinen la mostración, visión o intuición, y la demostración, reflexión y razón.
- Argumentación y persuasión. Algunos autores afirman que la organización del ensayo apunta a una superestructura argumentativa. Tal es el caso de María Elena Arenas Cruz, quien afirma lo siguiente:
Es una clase histórica de textos del género argumentativo, de manera que la base de su construcción textual es la argumentación; según esto todos los planos textuales (semántico, sintáctico y comunicativo) estarán concebidos para justificar lo posible mediante la razón y para alcanzar como finalidad última un tipo particular de persuasión del receptor. El objetivo del ensayo es establecer la credibilidad de una idea u opinión mediante pruebas; pero éstas no serán demostrativas, es decir, las que partiendo de premisas verdaderas llegan a conclusiones necesarias y cuyo valor es universal y atemporal, sino pruebas retórico-argumentativas, que son aquellas cuyas premisas son simplemente probables o verosímiles y sólo son válidas en contextos concretos y con fines determinados. En el ensayo, como en cualquier texto argumentativo, las pruebas no son irresistibles a la crítica, pues a menudo están determinadas por la subjetividad y la imaginación. Mientras que el sabio, el erudito o el especialista constatan y prueban, el ensayista mira e interpreta…30
- Composición y seducción. Para otros autores, como es el caso de Barthes y Réda Bensmaïa, el ensayo manifiesta una libertad escritural que envía al campo de la complicatio retórica, de modo tal que enfatizar su organización argumentativa conduciría a olvidar elementos como el juego y la gratuidad, el tejido paratáctico y aforístico. También para Maria Ferrecchia el ensayo se desenvuelve a partir de una "ocasión inicial" y se teje mediante operaciones asociativas y libres antes que ceñirse a un estricto orden argumental.
- Voluntad de estilo. En una acertada fórmula, Juan Marichal habló de la "voluntad de estilo" en el ensayo. Este rasgo, agreguemos, se da tanto como voluntad de estilo en el pensar, en cuanto no son gratuitos ni el orden ni el ritmo de presentación de las ideas, conceptos, intuiciones, nociones, sino que se los ve seguir un camino, un recorrido exploratorio en búsqueda del esclarecimiento de algún tema. Existe también una "voluntad de estilo" en el decir, mostrar y el demostrar la propia postura respecto de un tema, que atiende no sólo a comunicar ideas, sino a expresar los sentimientos del propio autor, puesto que deseamos que aquello que decimos sea comprensible, convincente, compartible, valorable, interpretable por parte de un lector amigo: cuando dialogamos sobre algún tema, no sólo tenemos interés en comunicarlas y hacerlas saber, sino también en que nuestro interlocutor pueda entenderlas, incluso convencerlo y mostrarle que, aun cuando pueda o no estar de acuerdo con ellas, nuestra posición en el debate es atendible y respetable: tenemos siempre interés por participar nuestras ideas a los lectores. El encuentro con la lengua y la escritura, en un esfuerzo por que el texto esté bien formado, bien escrito y estéticamente organizado. Y existe, claro está, una "voluntad de estilo" en la escritura misma del ensayo.
- Relación entre literatura y verdad. A diferencia del texto científico, en el ensayo la relación con la verdad es característica y se enriquece con una búsqueda mayor de sentido. ¿Diremos que en el ensayo se trata de decir la verdad de manera distinta a la de otros géneros o manifestaciones discursivas? En efecto, en el ensayo se da un "contrato de veridicción" entre el autor y el lector diferente al de otros géneros. Según este contrato, el autor declara que está hablando "de buena fe" respecto del mundo, y que los temas representados en el ensayo remiten a un estado de verdad del mundo. Así, por ejemplo, cuando nos enfrentamos a un cuento como "El guardagujas", de Arreola, sabemos que estamos instalados en un plano de ficción, de tal modo que no se requiere "verificar" si la estación "X" a que quiere llegar el viajero existe en la realidad, mientras que en el caso del ensayo se trata de enviar al lector al plano referencial, al ámbito de los debates de ideas que tienen siempre una marcada relación con el mundo, con el contexto que rodea al texto. De allí la importancia de que se trate de un punto de vista bien fundamentado, bien argumentado, coherente, convincente y bien escrito del autor respecto de algún estado del mundo. El ensayo tiene una gran variedad temática —el gran escritor inglés Aldous Huxley consideraba el ensayo como un recurso literario para "decir casi todo sobre casi todo"—. De este modo, no tendría sentido hacer un recuento de todos los temas tratados por los ensayistas a lo largo de la historia, sino descubrir un elemento común: se trata siempre de encontrar un sentido, dar un valor, buscar un significado, en los temas elegidos.
- Brevedad y falta de exhaustividad. Otras características que suelen citarse son su brevedad y falta de exhaustividad, pero éstas no se refieren tanto a la extensión material del texto, sino a la contundencia, eficacia, del ensayo, que busca antes iluminar, abrir un tema, que agotarlo, con el reconocimiento implícito de que es imposible decirlo todo, y que siempre es posible volver a un tema o problema para repensarlo.
- Valoración. Hay también una gran relación entre el ensayo y el discurso ético, porque en muchos casos el ensayo hace un examen de los valores de su época, o del modo en que la sociedad juzga sobre tal o cual cuestión. También en este caso el ensayista nos estará diciendo, de buena fe, con autenticidad, sin dobleces, aquello que piensa respecto de las distintas cuestiones tratadas. Si bien en todos los casos el ensayo da cuenta de un esfuerzo por entender valorativamente una cuestión o un estado del mundo, el ensayo escolar o el comentario pueden reducirse a un empleo meramente instrumental del lenguaje con menor preocupación por el desarrollo artístico o imaginativo, mientras que el ensayo literario y el ensayo crítico pueden dar lugar a una verdadera experiencia vital y estética a través de la cual el trabajo artístico sobre el lenguaje, la forma, la tradición literaria y filosófica o el despliegue de la capacidad imaginativa pueden llevar a los lectores a participar de una experiencia de interpretación del mundo que colinda con una auténtica aventura de la sensibilidad y la inteligencia.
