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3.3.2 La evolución de la caballería

Ruggiero y Angélica

Ruggiero y Angélica, de Arnold Böcklin, 1873

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Así pues, surgió una caballería medieval que evolucionó desde los aspectos puramente militares y feudales, a una vida caballeresca de carácter más cortesano. Cambio que lleva a distinguir tres tipos de caballeros: los de órdenes militares, los caballeros cubiertos y los caballeros andantes. Los primeros fueron aquellos que tomaban voluntariamente la caballería como una profesión. El título de caballero cubierto estaba reservado para los altos grados de la nobleza y era hereditario. Y, finalmente, los caballeros andantes fueron aquellos aventureros para quienes el honor y la lealtad constituían valores personales que los llevaban a la realización de proezas. Fueron estos quienes dieron lugar a lo que constituyó, más tarde, la ficción literaria.

Los caballeros andantes, inspirados por los ideales del amor cortés, eran siervos de una dama a quien debían fidelidad amorosa y a quien dirigían sus pensamientos más generosos y el mérito de sus hazañas. De esta manera, el caballero debía poseer virtudes propias y distintivas, tales como la castidad, la generosidad, el sacrificio, la caridad, virtudes que conformaban su personalidad y su espíritu ideal.

Esta idealización del mundo caballeresco condujo, poco a poco, a una mezcla y confusión entre la realidad y la fantasía. Todo a través de una idealización seductora que hizo evolucionar la caballería y su espíritu hacia la compleja elaboración de juegos y espectáculos. La caballería prácticamente dejó de lado sus intereses bélicos y se transformó en una forma de deporte pleno de dramatismo y erotismo. En el torneo, los ropajes y la ornamentación fortalecieron esos aspectos con procedimientos casi teatrales. Hacia el final del medievo, la caballería fue prácticamente un juego de sociedad que se alejaba de la realidad, áspera y cruel en muchas ocasiones, y que promovía un sueño caballeresco, un sueño de vida.

La esfera de la pasión dentro de la cual tenía toda su significación el torneo explica la resuelta guerra que la Iglesia hizo desde antiguo a esta costumbre [...]. La lucha deportiva en la Edad Media diferénciase del atletismo griego y del moderno [...] por su menor naturalidad [...]. Es, además de un juego y de un ejercicio corporal, literatura aplicada. Los deseos y los sueños del corazón poético buscan una representación dramática, una satisfacción espectacular en la vida misma. La vida real no era lo bastante hermosa; era dura, cruel y pérfida.11


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