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3.2.1 Edad Media

Un monje es huésped a la mesa de un matrimonio / El monje duerme con la esposa, mientras él reza.

Un monje es huésped de un matrimonio, en su mesa / El monje yace con la esposa, mientras el anfitrión reza.

Ilustración de El Decamerón de Bocaccio, autor desconocido, siglo XV.
Miniatura del manuscrito 5070, fol.108 v, Biblioteca del Arsenal, de París.

La cuentística medieval tiene un desarrollo peculiar en la Península Ibérica debido a la convivencia de cristianos, musulmanes y judíos. Pueden distinguirse dos vertientes en las formas embrionarias de la narración: una constituida por los apólogos de las narraciones orientales y otra por los exempla que recogía la Europa cristiana.

Una muestra es el caso de Pedro Alfonso, judío aragonés del siglo XII, quien sintetiza ambas vertientes en su obra Disciplina Clericalis (Enseñanza de doctos). Se trata de una serie de advertencias que la terminología latina designa como exempla para referirse al material narrativo que provenía de Oriente. La obra reúne sentencias de filósofos, amonestaciones árabes, fábulas de bestias y de aves escritas con el fin de que el hombre sabio recuerde lo que ha olvidado y se instruya y adoctrine con amenidad. Esta obra fue una semilla que se difundió por el resto de Europa, ya que estaba escrita en latín, la lengua del cristianismo de Occidente.

Posteriormente, en España, a mediados del siglo XIII, se tradujeron al castellano dos colecciones orientales de gran importancia, el Calila e Dimna (1251), serie de fábulas y apólogos cuya fuente es el Panchatantra, obra clásica de la India, compuesta entre los siglos IV y VI d. C.; y la segunda, el Sendebar (vocablo que en sánscrito significa "sabio") o Libro de los engaños de las mujeres (1253), obra de procedencia india que pasó a Persia y más tarde al mundo árabe.

Otro libro sobresaliente de origen indio fue Barlaam y Josafat, traducido del griego y del latín al castellano, el cual recoge la interpretación cristiana de una leyenda de Buda.

No se puede dejar de lado el Libro de los gatos, traducción-adaptación al castellano,realizada a fines del siglo XIV y principiosdel XV, de las fábulas latinas del monje inglésOdo de Chériton (siglo XIII). La colecciónde exempla del Libro de los gatos, que es una especie de Bestiarium, es una crítica dirigidaa los grandes señores de la Iglesia y de la sociedad del momento.

Aunque no es fácil saber cómo fue la difusión de estas obras, lo que sí es seguro es que la narrativa medieval —tanto la hispánica como la occidental— se enriqueció del contacto con la narrativa oriental, bien fuera por medio de estas versiones, bien por cauces orales de otras obras como Las mil y una noches (buen ejemplo del desplazamiento de la cultura árabe de Este hacia Oeste). Esta colección de cuentos fue dada a conocer en Europa a principios del siglo XVIII, gracias a la traducción libre realizada por Galland, basándose en un manuscrito sirio.

Durante los siglos XIV y XV se distinguen, en la narrativa española, las siguientes obras, y en ellas se advierte una relación estrecha entre la didáctica y la literatura:

a] La fábula, narración con intención didáctica que por su cercanía con el apólogo podría parecer muy seca. Sin embargo, hay casos excepcionales, como el Libro de buen amor, de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita.

b] El relato jocoso, forma amena que tiene mucho que ver con el mundo oral. Por ejemplo, algunos relatos del Corbacho, del Arcipreste de Talavera y del Conde Lucanor, de don Juan Manuel.

c] Entre estas narraciones, la más importante y fecunda es el exemplum, serie de relatos destinados a dar consejos. El gran cultivador de este género es don Juan Manuel con su Libro de los ejemplos del Conde Lucanor y Patronio, pues convierte los ejemplos en verdaderos relatos literarios.

En la Edad Media no se empleaba la palabra cuento, sino varias denominaciones, como "fábula", "relato jocoso", "exempla", "fabliaux", "roman", "lai", "fablillas oçiosas", "espejos de príncipes" o "literatura de castigos". Además de otros términos a los que en vísperas del Renacimiento se agregó la "novella" italiana de tendencia realista. Al florentino Giovanni Boccaccio, con su Decamerón, se le considera el representante de esta tendencia y el iniciador del cuento en pleno siglo XIV. De Inglaterra hay que mencionar a Chaucer, con Los cuentos de Canterbury; y de Castilla, a don Juan Manuel y al Arcipreste de Hita.

Cabe aclarar que cada una de estas variedades posee sus características propias y, en general, una intención didáctica, además de que su transmisión pertenece al mundo de la oralidad.


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