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3.2.2 Siglos de Oro

El lazarillo de Tormes

El lazarillo de Tormes (antes llamado "El garrotillo"), de Francisco de Goya, 1808-1812.

En Europa, el siglo XVI es una época en la que tanto la aristocracia como los burgueses o los campesinos, tanto los letrados como los analfabetos, escuchan y cuentan anécdotas y recuerdos personales o chascarrillos. De ahí proviene la facecia o relación breve de intención humanística y jocosa que en el Renacimiento adquiere gran esplendor gracias al italiano Poggio Branciolini, autor de un Liber Facetiarum. En España, Juan Timoneda tiene presente esta tradición folclórica en El sobremesa y alivio de caminantes (1563) y Melchor de Santa Cruz, en la Floresta española (1574).

Estos relatos menores pueden proceder de la Antigüedad clásica o de la tradición oral. La influencia del mundo antiguo es de gran importancia en la cuentística, por lo que hay que tener presente la época y recordar los nombres de Heródoto, Jenofonte y Petronio, autor del Satiricón, entre otros.

El origen del cuento literario en los Siglos de Oro también puede encontrarse en las "novelas noticiosas o cuentos folclóricos" cuyos temas son la venganza de una mujer violada, la difunta pleitada, el muerto vivo, etc. Estos relatos acercan la novela a la esfera de la oralidad, por lo que la novela corta oscila entre el cuento oral y la novela escrita. Lo que llamamos novela se confundió durante mucho tiempo con el cuento; es sabido que varias novelas de Boccaccio se contaban oralmente en la España del siglo XVI.

Aquí es evidente la interrelación entre lo oral y lo escrito en el relato breve: de escrito pasa a oral y de oral a escrito. Por eso es tan difícil establecer la distinción entre relatos orales y relatos escritos en esa época. Encontramos un cuento oral plasmado en una obra escrita, tal es el caso del Decamerón; o una fábula esópica antologada pero que se relata oralmente.

Esto explica por qué el término y el concepto de novela tardaron tanto en imponerse en España. Aún en 1567, Juan Timoneda titulará una recopilación de relatos como El patrañuelo, es decir, "cuentos de viejas". Casi todos estos relatos derivan de fuentes literarias que utilizan el esquema de los cuentos folclóricos cuya mayoría ha sido contada oralmente.

Hablar del cuento en este periodo es bastante complejo y problemático, ya que los grandes pensadores y escritores de esa época se referían a él de una manera despectiva como "cuentos de viejas", "patrañas de las viejas", etc. Aunque todos los hombres cultos de los Siglos de Oro conocían y escuchaban los cuentos tradicionales, como es el caso de Montaigne, Shakespeare y Cervantes, no los valoraban como se hace hoy en día, esto se puede apreciar en la denominación que se les daba.

Un buen ejemplo, en cuanto a su utilización, es "La historia del Capitán cautivo", de Cervantes, la cual compone a raíz de que escucha narrar, a unos cautivos argelinos, un "cuento de amor" que debió ser una variante tradicional de "La hija del diablo". De esta manera, Miguel de Cervantes crea un cuento literario a partir de un cuento folclórico, adaptándolo a su contexto.

Otro caso de un escritor particularmente hábil, que integra el cuento tradicional en sus obras, es el desconocido autor del Lazarillo de Tormes.

En estos siglos áureos, los escritores quieren diferenciar la novela corta del cuento, lo que se percibe en las fórmulas que utilizan para definirlo: "cuentos de viejas" y "patrañuelas", y más aún en la escritura de espléndidas "novelas cortas" como las de Cervantes, Lope de Vega y Mateo Alemán, entre otros.

De esta manera se advierte que el concepto de cuento parte de la novella de Boccaccio, que narra cosas novedosas y atractivas. Además, se rechaza el didactismo y lo seco de los exempla. La última muestra de este tipo de cuento es el Fabulario, de Sebastián Mey, que, paradójicamente, se publica en 1613, el mismo año que las Novelas ejemplares, de Cervantes, nombre que toma de la novella italiana.

Hay que resaltar que la novela nace el día en que Cervantes compone las Novelas ejemplares. Una novela cervantina está hecha para ser impresa y para ser leída, no para ser contada. Además de que este nacimiento de la novela es resultado del surgimiento y desarrollo de la imprenta.

En síntesis, es en esta época cuando se hace la gran división entre "cuentos de viejas" o "patrañas" y "novelas cortas".


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