conocimientos fundamentales

| literatura | el relato | sobre el relato

Página anterior Página siguiente





3.1.2 Los discursos que configuran un relato

Tradición oral

Tradición oral, de John White Alexander, 1896.

Se ha venido insistiendo en que la mediación narrativa —es decir, la figura de un narrador— es constitutiva en un relato verbal, lo cual implica que el discurso narrativo es la forma discursiva dominante. Como diría Gérard Genette, el discurso narrativo —o texto— es lo único disponible para analizar la realidad narrativa. Es discurso, en tanto que alguien lo enuncia; es narrativo, en tanto que ese alguien cuenta una historia. Se pueden añadir otras características que permiten, tipológicamente, distinguir el discurso narrativo de otras formas discursivas. Por una parte, el encadenamiento lógico-cronológico —es decir entramado— de por lo menos dos acciones le da al discurso narrativo una identidad mínima. Por otra parte, en términos puramente sintácticos, el discurso narrativo tiene un perfil específico que le da su identidad: es un discurso que se construye en una especie de montaje temporal en distintos planos que se distinguen por los tiempos gramaticales correspondientes; toda una puesta en escena que implica una correlación de los tiempos verbales en términos relativos de anterioridad, posterioridad, simultaneidad, contemporaneidad, etc.; todos ellos interconectados por adverbios y frases adverbiales de todo tipo que señalan los tiempos diferentes y sus relaciones entre sí, tramándolos, y en esa trama elemental de la articulación temporal de las acciones estaría la esencia de lo narrativo: "Había ya vuelto en este tiempo de su parasismo don Quijote, y, con el mesmo tono de voz con que el día antes había llamado a su escudero, cuando estaba tendido en el val de las estacas, le comenzó a llamar, diciendo…" (Quijote, I, XVII).

No obstante, y muy a pesar de la relativa dominancia del discurso narrativo como modalidad enunciativa básica, todo relato verbal está configurado a partir de una pluralidad de discursos. Como diría Bajtín, la novela es polifónica y en ella se dejan oír toda suerte de discursos sociales, culturales, profesionales, idiosincrásicos... Podría afirmarse, con todo, que en el relato, especialmente la novela, dominan dos modos básicos de enunciación en alternancia: el discurso narrativo (la mediación fundamental de todo relato verbal) y el dramático o discurso directo (la representación no mediada —narrativamente, claro está— de laacción humana por medio del diálogo de los personajes). Así, en la novela hay dos voces dominantes—aunque cada una de ellas sea susceptible de multiplicarse— y por ende dos modosdominantes de enunciación: habla el narrador, habla el personaje; el primer modo deenunciación es narrativo, el segundo dramático. Un tercer modo mixto de enunciación esaquella forma sintética del discurso en la que convergen ambos modos básicos: el llamado discurso indirecto libre, en el que el discurso narrativo se apropia del discurso, esencialmentedramático, del personaje para narrarlo. El discurso indirecto libre abre un espacio que podríallamarse estereofónico, incluso estereoscópico, pues gracias a una doble referencia temporaly aun espacial —la del narrador, para quien lo narrado ya es pasado, y la del personaje,para quien lo que ocurre está apenas en proceso y es parte de su experiencia aquí yahora— pasado y presente se funden en un solo acto de enunciación. Más aún, en el discursoindirecto libre existe la posibilidad de dos perspectivas simultáneas —la del narrador y ladel personaje— convergiendo en una misma estructura sintáctico-semántica. "Alcanzó acerrar otra vez los párpados, aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto"(Cortázar, "La noche boca arriba"). "[...] preguntándole [a Sancho] por don Quijote, les dijo como le había hallado desnudo en camisa […] y que puesto que le había dicho que ella le mandaba que saliese de aquel lugar y se fuese al del Toboso […] había respondido [don Quijote] que estaba determinado de no parecer ante su fermosura fasta que hobiese fechofazañas que le ficiesen digno de su gracia" (Quijote, i, 29). Como podrá observarse, las cursivas remiten a un discurso narrativo que se articula a partir de una tercera persona y un pasado estructurado en modulaciones temporales correlacionadas (dijo, había hallado, alcanzó, sabía, iba a despertarse); no obstante, los subrayados claramente remiten a la experiencia inmediata del personaje —el "ahora" en el texto de Cortázar es el ahora del moteca, no el del narrador. En el caso del discurso indirecto libre que da cuenta de lo referido por Sancho, se oye incluso el discurso de don Quijote (los subrayados) o, mejor dicho, es la voz de Sancho haciendo un pastiche del discurso arcaizante de su amo —todos ellos subsumidos en el discurso del narrador.

Al tríptico discurso narrativo, discurso directo y discurso indirecto libre se añade, como posibilidad, una cuarta forma discursiva, el discurso gnómico o doxal —caracterizado por el discurso argumentativo o generalizante, enunciado en el presente intemporal de la generalización, la reflexión filosófica y la enunciación de leyes— por medio del cual el narrador expresa sus opiniones y reflexiona sobre el mundo, incluyendo aquel que su narración va construyendo. Empero, es importante hacer notar que el discurso gnómico no es privativo del narrador; podría, igualmente, ser pronunciado por un personaje. Por eso es muy importante aprender a distinguir las voces que hablan, con objeto de poder afiliar vocalmente una cierta postura ideológica. Y es que en el discurso dramático de los personajes se abre el escenario a la heterogeneidad discursiva. Así, un personaje toma la palabra para expresar sentimientos, dar órdenes, amenazar, exhortar, persuadir, seducir... incluso para narrar o para dar opiniones —en estos dos últimos casos se reduplican, como en espejo, las funciones mismas del narrador—. Es entonces cuando el personaje se convierte en un narrador, ya sea delegado porque completa la historia, ya sea como el narrador segundo de una nueva historia (enmarcada).

Ahora bien, todo discurso es, por así decirlo, una puesta en perspectiva. Importa entonces analizar los discursos que orquestan un relato para ubicar esa mirada sobre el mundo que cada uno de ellos conlleva y que, inevitablemente, entra en conflicto con los demás.


Inicio de página