conocimientos fundamentales

| literatura | el mito

Página anterior Página siguiente





2.1.6 Relaciones con el arte y la literatura: un ejemplo

Mitos y leyendas de Babilonia y Asiriria

Mitos y leyendas de Babilonia y Asiriria, de Lewis Spence, 1916.

El mito ha sido considerado el fundamento primigenio de la literatura; es decir, una etapa inicial del tipo de pensamiento imaginativo y simbólico característico de los textos literarios. Durante más de tres mil años, el mito se ha mantenido como un acervo esencial de temas, símbolos, personajes y acciones que son retomados, reelaborados y resignificados por textos subsiguientes. Las relaciones del mito con la literatura y el arte son difíciles de establecer en abstracto, por lo que a continuación se presenta el caso de un mito de la cultura medieval.

Los seres humanos de los siglos XI y XII se sentían completamente dominados por un mundo desconocido que su mirada no podía examinar ya que se extendía a un dominio más allá de las apariencias. En esta sociedad estaba vigente el llamado mito de la realeza. De acuerdo con ese mito, la sociedad se concebía como un reflejo de la ciudad de Dios, y ésta sólo aparecía bajo el cristal de la monarquía: la figura del rey, modelo de la perfección terrestre, estaba en la posición más alta en la construcción mental que daba orden al universo.

Desde tiempos carolingios, los reyes tenían la misión de dirigir la guerra, pero también cumplían la función de mediadores entre su pueblo y los dioses, atributo que venía de su sangre. La Iglesia situaba al rey en el seno de las jerarquías sobrenaturales y su autoridad y ministerio significaban la conciliación y armonía del cielo y la tierra.

Sin embargo, en este periodo la estructura monárquica ya no es funcional por la presencia de nuevas estructuras sociales en la que es cada vez menor el poder del rey y mayor la de los pequeños príncipes regionales. En el nivel de las representaciones míticas, el mito seguía presente pues era la única manera de conciliar lo conocido y lo desconocido. El mito de la realeza funciona al mismo tiempo como explicación y como medio de asegurar la estabilidad social.

Por otro lado, la cultura medieval da una clara visión de la interrelación entre mito, fiesta, arte, rito y religión, ya que se trata de una cultura donde todo es signo. Las sociedades de esa época conciben el universo como un bosque lleno de misterios en el que Dios está oculto, pero su presencia sólo se adivina por medio de vestigios. Para conducirse en ese bosque, el ser humano debe poder desenredar la compleja madeja de símbolos en la que está tejido. Para captar lo imperceptible fueron necesarios ritos, sacramentos y lo que hoy llamamos arte.

La fiesta y la obra de arte quieren transgredir los límites que separan el mundo visible del invisible. La obra de arte busca la luz, la manifestación de lo divino, de allí el aprecio por lo luminoso y lo brillante: metales y piedras fascinan, y la orfebrería es la actividad más preciada.

Según Georges Duby, la obra artística tenía tres funciones: 1] ornamentar las ceremonias sagradas de manera que salieran del espacio-tiempo ordinario y manifestaran la omnipotencia de Dios con los mismos signos de poder que los soberanos terrestres; 2] la obra era sacrificio, ofrenda; esa ofrenda tenía fines de glorificación y alabanza al Creador, y captación de benevolencia: don que exige un contra-don; 3] la obra era un emblema, una ayuda para percibir los misterios del universo. Esta tercera finalidad es compartida con el mito y con el rito, pues es producción de un sentido que no se consume.10

En la sociedad medieval pueden encontrarse correspondencias y similitudes en todos los dominios de lo simbólico. Esto es más difícil de hallar en las sociedades modernas pues ya no existe la noción de las finalidades del arte ni pueden definirse los mitos vigentes. Como dice Laplantine,

a partir del momento en que un grupo social o, incluso, una sociedad íntegra, evoluciona dentro de un mito rector, regulador e instrumento absoluto de explicación del mundo, ese grupo social o esa sociedad global se encuentra en la imposibilidad manifiesta de tomar alguna distancia crítica con respecto a lo que ella misma implanta apologéticamente como matriz básica y exclusiva de significaciones.11

Esta misma incapacidad de comprender el mito, que proviene del racionalismo cartesiano, es también el origen de la separación en el mundo moderno entre el mito y el arte, o entre el mito y la literatura en particular. El mito y la literatura son dos esferas autónomas, que obedecen a imperativos diferentes y que cumplen finalidades también diferentes.


Inicio de página