conocimientos fundamentales

| literatura | literatura y lectura

Página anterior Página siguiente





1.1.4 ¿Qué son los géneros literarios?

Aristóteles

Busto de Aristóteles, copia romana de un original griego de Lisipo, circa 330 a. C.

El problema de la definición de los géneros literarios ha sido motivo de reflexión y discusiones desde la Antigüedad grecolatina hasta nuestros días y está vinculado con otros problemas fundamentales: la relación entre los textos particulares y un modelo general, entre la visión del mundo y la forma artística, así como con la existencia o inexistencia de reglas que los textos deben respetar.

La Poética de Aristóteles plantea la primera reflexión sobre las variedades de la poesía y sus distinciones posibles a partir de rasgos tanto formales como de contenido. Así, aunque se concentra en la tragedia, el filósofo establece las particularidades de dicho género, pero también las semejanzas y diferencias con relación a la comedia y la epopeya.

Aristóteles concibió los géneros poéticos como distintas maneras de llevar a cabo la mímesis —hay que recordar que para él la poesía era "imitación"—, que puede diferenciarsepor el medio, el objeto o el modo de imitación. Así se expresa en la Poética:

La epopeya, y aun esotra obra poética que es la tragedia, la comedia lo mismo que la poesía ditirámbica y las más de las obras para flauta y cítara, da la casualidad de que todas ellas son —todas y todo en cada una— reproducciones por imitación, que se diferencian unas de otras de tres maneras: 1. o por imitar con medios genéricamente diversos, 2. o por imitar objetos diversos, 3. o por imitar objetos, no de igual manera sino de diversa de la que son.10

Los medios de que dispone la poesía (que engloba la música también) para imitar son el ritmo, la armonía o el lenguaje; en cuanto al objeto de imitación, éste se refiere a las acciones humanas, que pueden ser mejores, peores o iguales que las de las personas comunes. Además, indica la necesaria adecuación entre el tipo de imitación que se lleva a cabo y el metro empleado para hacerlo.

La clasificación aristotélica de los géneros poéticos es la siguiente:

Aunque Aristóteles menciona la poesía ditirámbica (modalidad de la lírica coral griega), así como obras para flauta y cítara, no hay ninguna referencia a la poesía lírica por no tener un carácter mimético.

Aristóteles, como después también Horacio, consideró los géneros como entidades perfectamente definidas que debían permanecer separadas, sin mezclarse.

En el siglo XVI se debatió ampliamente la cuestión de los géneros y se aceptaron los preceptos de Aristóteles y Horacio, aunque se sustituyó la clasificación aristotélica por la siguiente:

Hasta aquí se han subrayado algunos de los rasgos generales de la clasificación más antigua de los géneros literarios. Sin embargo, con el paso de los siglos los géneros se han transformado, de la misma manera que lo han hecho todas las formas culturales. Francisco Abad alude a este aspecto de la siguiente manera:

El análisis de un género, propiamente dicho, supone el establecimiento de los rasgos constructivos que lo constituyen. No hay teoría de ellos que no sea historia, pues su propia naturaleza lo determina así. Por inducción de textos diacrónicamente sucesivos describimos la arquitectura común conforme a la que están construidos. […] Los géneros se manifiestan en un periodo histórico concreto, pero se constituyen a lo largo de la Historia. Su teoría es, pues, historia.11

Así, cada uno de los géneros descritos anteriormente ha presentado diversos cambios y transformaciones a lo largo de la historia, de acuerdo con la visión del mundo y los modelos de pensamiento vigentes en las diferentes etapas de nuestra cultura.

La poesía dramática fue concebida para ser representada por actores en un escenario, mediante el diálogo y la acción frente a los espectadores; éstos pueden sentir una fuerte conexión empática ante lo representado. Los grandes poemas dramáticos de la Antigüedad pretendían conmover a los espectadores con la presentación de situaciones dignas de ser imitadas (en el caso de la tragedia), o simplemente divertirlos o realizar críticas mediante la representación de acciones cómicas de personajes comunes y corrientes (en el caso de la comedia). Actualmente sigue existiendo la tradicional división entre tragedia y comedia; sin embargo, el verso dejó de ser la única forma de expresión de los textos dramáticos y, sobre todo a partir del periodo realista de la segunda mitad del siglo XIX, la prosa —forma de organización textual que pretende reproducir la estructura sintáctica y semántica del habla cotidiana o de los procesos de pensamiento— se ha convertido en la forma predominante de los textos dramáticos, los cuales se conocen con el nombre genérico de teatro.

La poesía lírica es quizá el género que menos transformaciones ha sufrido a lo largo de la historia, ya que sigue considerándose como la expresión del mundo interior del poeta (sus pensamientos, sus emociones, sus sentimientos, sus anhelos, sus aflicciones, sus penas, sus dudas o sus creencias) y de sus reflexiones existenciales sobre diversos temas, como la vida, la muerte, lo sagrado y el amor, entre otros. Además, la poesía continúa pensándose como una forma de expresión armoniosa, en la que es fundamental la creación de efectos sonoros y de imágenes sorprendentes; la principal diferencia con la poesía lírica antigua reside en el hecho de que ya no se crea para ser acompañada por instrumentos musicales.

En la poesía épica los autores representaron de manera narrativa sucesos reales o imaginarios de la historia de un pueblo, generalmente de carácter bélico; en estas historias el poeta atiende sobre todo a la realidad que describe, no a sus emociones propias, por lo que predomina el tono objetivo en la narración. En los poemas épicos los personajes principales representan los más altos valores de la comunidad (el valor, la solidaridad, la templanza, etc.), es decir, son personajes ejemplares que reciben el nombre de héroes. Aunque el tono heroico de las antiguas epopeyas prácticamente ha desaparecido, así como su carácter ejemplar y la necesidad de sintetizar los valores y aspiraciones de la colectividad, se han desarrollado una gran cantidad de textos narrativos, o relatos, que cuentan el curso "histórico" de un acontecimiento, es decir, en ellos la lógica de las acciones está subordinada a su duración. Las formas narrativas más frecuentes han sido el cuento y la novela.


La moderna teoría de los géneros

En el siglo XVII y principios del XVIII se desarrolló en Francia e Inglaterra la famosa "Querella entre antiguos y modernos", que opuso dos concepciones de los géneros literarios. En esta polémica, los "antiguos" afirmaban que las obras grecolatinas debían ser consideradas como únicos modelos, ideales e inmutables, sin posibilidad de nuevos desarrollos o transformaciones de ningún tipo. En contraste, los "modernos" sostenían que las normas clásicas no eran universales y defendieron la legitimidad de nuevas formas literarias, como resultado de su momento histórico.

El romanticismo se rebeló contra la imposición de cualquier modelo e insistió en la espontaneidad y la libertad suprema de los autores. Asimismo, defendió el derecho y la necesidad de mezclar los distintos géneros para poder expresar la vida en toda su complejidad, incluyendo sus contradicciones y paradojas.

En 1952, Emil Staiger reformuló la tradicional distinción entre lírica, épica y drama, asumiendo que cada uno de estos géneros expresaba un concepto estilístico que corresponde a las esferas de lo emocional, lo lógico y lo intuitivo, respectivamente:

Lírico = recuerdo = emocional
Épico (Narrativo) = observación = lógico
Dramático = expectación = intuitivo

Por su parte, Roman Jakobson relacionó las particularidades de los géneros literarios con la participación de las diferentes funciones de la lengua, junto con la poética, que es la dominante:

Lírica = función emotiva (1ª persona: yo)
Épica (Narrativa) = función referencial (3ª persona: él)
Dramática = función apelativa (2ª persona: tú)

Los teóricos contemporáneos rechazan la existencia de los géneros literarios en términos de esencias independientes y absolutas, y han llamado la atención hacia su carácter convencional. Así, en la actualidad el género se asume como un conjunto de normas —histórica y socialmente construidas— que orientan tanto la producción de los textos como las formas de leerlos e interpretarlos. De esta manera, al hablar de novela, por ejemplo, implícitamente se invoca la convención de que este género crea un mundo ficticio en el que actúan personajes, que la historia tiene que ser contada por un narrador que de ninguna manera puede ser confundido con el autor.

El novelista, pues, se ajusta a algunas de las convenciones vigentes (aunque también puede violarlas), mientras que el lector reacciona frente al texto de acuerdo con su conocimiento de dichas convenciones y las expectativas que éstas le generan, brindándole además criterios de valoración. Es decir que si un lector que quisiera leer una novela se encontrara con un texto clasificado como tal y resultara que está escrito en verso y careciera de personajes, tal vez juzgaría que ese texto no puede ser considerado una novela, y lo rechazaría en consecuencia.

En síntesis, los géneros aluden a modos que permiten agrupar los textos literarios, ofreciéndonos modelos tanto de lectura como de escritura, los cuales son siempre dinámicos, flexibles y admiten distintas combinaciones, como en el caso de la tragicomedia o la prosa poética, por ejemplo. La historia de los géneros literarios forma parte de la historia de la cultura y es indisociable de la evolución del concepto de literariedad.


Inicio de página