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| historia | la pavorosa revolución de conquista y la primera integración planetaria

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2.3.4 La conformación del primer mercado mundial

La expansión europea había comenzado con los portugueses en el siglo XIV, sin embargo, ellos tenían una tremenda debilidad que impidió la consolidación de Lisboa como centro económico europeo. Nos referimos a la falta de liquidez para soportar la venta al menudeo de los cargamentos provenientes de Oriente. Los portugueses requerían grandes sumas de dinero para fletar nuevos embarques y no podían esperar a la distribución minorista. Encontraron que la ciudad de Amberes era la plaza de los grandes banqueros alemanes, quienes podían comprar los embarques completos y hacer frente a la posterior venta a minoristas. Así, Amberes se convirtió en la dueña de los éxitos lusitanos.

Por si esto fuera poco, Amberes se vio favorecida por dos factores más, uno geográfico y otro económico. La ciudad flamenca estaba situada, para empezar, en el intenso circuito económico y comercial de los Países Bajos. Era por tanto un perfecto vínculo para la intersección de las mercaderías provenientes del Báltico, de Inglaterra y del Mediterráneo. Por otra parte, ya lo hemos adelantado, los banqueros germanos la escogieron como plaza para realizar sus negocios, y el más grande de ellos fue el financiamiento a Carlos V para la obtención del Sacro Imperio Romano Germano a cambio de las riquezas que los nuevos territorios prometían.66

Mapa de Imperio de Carlos V

En este sentido, América no defraudó ni a Carlos V ni a sus banqueros, ni al resto de la economía europea. La plata americana fluyó a Sevilla y de allí hacia Amberes para pagar los préstamos alemanes. La ciudad del Escalda, como también se conoce a Amberes, fue así la gran ciudad de los Países Bajos en el siglo XVI. No obstante, tampoco pudo resistir el impulso de otra ciudad vecina: Ámsterdam.

Los Países Bajos comenzaban a concentrar el grueso de la economía europea. Ya hemos dicho que a ellos arribaban los productos del Báltico, a saber, cereales, pescado y maderas para la industria naviera. Concentraban la distribución de las especias y de la plata americana, por lo tanto concentraban las finanzas europeas. Su banca se convirtió en la más poderosa, desplazando a los genoveses, venecianos y florentinos. Asimismo, sus comerciantes pudieron hacerse cargo de la distribución de las manufacturas italianas, sobre todo de sus textiles y cerámica, que eran de alta calidad y estaban destinados a un mercado de lujo. Pero también los Países Bajos desarrollaron una importante manufactura; por ejemplo, en el terreno textil su calidad era menor pero sus productos eran mucho más vistosos, por lo cual podían cubrir mercados más amplios. El último requerimiento de estas ciudades para dominar totalmente la economía europea era la transportación de las mercancías.

En el siglo XVII Ámsterdam se hizo cargo de desarrollar la mayor industria naviera y, con ello, Amberes tuvo que cederle el centro y el cetro económico. Castilla tuvo una flota impresionante, pero tenía que utilizarla para el comercio ultramarino, llamado de otra forma "la carrera de Indias". Así, el circuito comercial que iba del Mediterráneo al Báltico quedó a cargo de los holandeses, ni siquiera los potentes genoveses pudieron competir.

De esta suerte, Holanda se vio favorecida para desarrollar, a su vez, el comercio ultramarino. América estaba dominada por Castilla y, en menor medida, por Portugal, Inglaterra y Francia. De manera que emprendió la conquista de las rutas comerciales portuguesas hacia Oriente. Reconocidos los lejanos territorios orientales, los holandeses prefirieron conquistar y hacerse cargo de la producción en lugar de comerciar, como lo habían hecho los lusitanos, con los países orientales. Pero antes que entrar en el territorio continental prefirieron conquistar algunos puntos de la costa india y varias islas. Allí desarrollaron plantaciones, predominantemente de especias, pimienta, nuez moscada, canela, etcétera.

Durante el mismo siglo XVII, los ingleses y franceses comenzaron a expandir su aventura americana, pero fue en el siglo XVIII cuando florecieron sus plantaciones. El territorio americano se convirtió en productor de caña de azúcar y de tabaco.

El imperio español, en este nuevo escenario, parecía un poco anticuado y tal vez obsoleto, sobre todo si lo comparamos con Holanda o Inglaterra. De todas maneras, formaba parte ya de un primer mercado mundial, cuyo sistema se ha caracterizado como un "comercio triangular". Desde la perspectiva europea, los elementos que componían este sistema triangular eran, en primer lugar, las potencias europeas –Holanda e Inglaterra, básicamente– que producían y exportaban manufacturas que vendían en las colonias americanas; en segundo lugar, las colonias americanas inglesas, francesas, holandesas y, desde luego, españolas, que compraban aquellas manufacturas y, a cambio, producían y exportaban materias primas y se encargaban de la producción y exportación de la plata; y en tercer lugar, las colonias asiáticas, que se hacían cargo de la producción de especias para el consumo europeo.

Sin embargo, desde una perspectiva americana, el primer mercado mundial se desplegó en dos grandes espacios económicos: el comercio transatlántico y el comercio transpacífico. El primero vinculaba la producción minera y azucarera de los espacios económicos iberoamericanos (Nueva España, Nueva Granada, Perú y Brasil), con la producción manufacturera de las ciudades europeas y con la producción de esclavos, especias y oro africanos. El segundo vinculaba a los mercados internos de México y Lima entre sí y con el sudeste asiático, a través de Manila.

La primera integración del moderno mercado mundial alcanzó sus propios límites y sobrevino una crisis económica que afectó a Europa durante el siglo XVII. La recuperación, en el siglo XVIII, dio lugar a una profunda transformación de la sociedad, cuyo alcance sería planetario; bien podemos hablar de una segunda integración planetaria. De estos procesos nos ocuparemos en el siguiente tema.

Mapa de la Primera integración Mundial

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