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1.3.2 El mundo Clásico grecorromano

La época clásica de la cultura griega se sitúa en los siglos V y IV antes de nuestra era. Para entonces, los griegos habían vivido una revolución interna que les permitió reestructurar su sociedad. Desarrollaron la polis como nueva forma de organización social, con Atenas como el ejemplo más acabado. Cada polis se componía de un centro urbano, que se articulaba con el campo circundante. Esta organización permitió el desarrollo de la propiedad privada y del comercio, pero también de la esclavitud. Las tensiones al interior de la polis fueron constantes. Ricardo Martínez considera que "La historia de Grecia desde su surgimiento hasta el siglo V, cuando Heródoto escribió sus Historias, puede caracterizarse como un periodo de lucha del pueblo por llevar hasta el límite la igualdad entre los ciudadanos".188 En Atenas, la lucha por la igualdad quedó reflejada en la democracia, sistema de gobierno que aseguraba la participación de los ciudadanos en la conducción de su comunidad. La democracia griega ha sido reconocida por las generaciones posteriores como el logro político más importante que los griegos clásicos legaron al mundo. Ese legado democrático, modificado y transformado a través de los siglos, también está presente en el México de hoy. Por otro lado, conocer mejor las diferencias entre la democracia griega y la nuestra nos permitiría repensar y buscar mejoras a nuestro sistema político.189

La democracia griega trajo consigo el desarrollo de saberes críticos, que alcanzaron sus mejores expresiones también durante los siglos V y IV antes de nuestra era. La historia, la filosofía y el teatro eran disciplinas que ayudaban a los ciudadanos de aquella cultura democrática a tomar las decisiones políticas que su sociedad les demandaba. Tales disciplinas, pese a sus variaciones en el tiempo, se reconocen como un legado del mundo griego y son, todavía, fomentadas por nuestra sociedad para formar ciudadanos responsables y conscientes. Si entendemos el papel de las humanidades en aquellas sociedades, podemos comprender su importancia en el sistema educativo de nuestro país.

Por otro lado, las sociedades actuales reconocen en los cánones del arte griego principios de belleza, armonía y proporción, válidos para el mundo actual. Algunas avenidas, como Álvaro Obregón, en la ciudad de México, están decoradas con esculturas griegas de la época Clásica y el Partenón sigue siendo un edificio emblemático por sus proporciones. En las escuelas de arte y arquitectura se ven copias de esculturas griegas, y el Ángel de la Independencia, un símbolo nacional mexicano, tiene claras referencias a la estatua griega conocida como la Victoria de Samotracia.

Los autores clásicos están presentes en los programas de muchas universidades y escuelas mexicanas; seguimos leyendo a Platón, Aristóteles, Heródoto, Tucídides y Sófocles. Podríamos pensar que sus ideas son ajenas a nosotros, pero han estado en diversos momentos de nuestra historia, como fuente y contraste de muchas empresas americanas. Pongamos un ejemplo que recorre nuestra historia: el anhelo de una sociedad más igualitaria y más justa. Durante el siglo XVI, los principios de La República de Platón estuvieron presentes en los experimentos de Vasco de Quiroga para organizar sociedades más igualitarias y justas en la Nueva España, y Bartolomé de las Casas utilizó los clásicos para contrastar la realidad que vivía: criticó a los conquistadores y defendió a los pueblos indios. Por ejemplo, comparó al conquistador Hernán Cortés con el conquistador romano de Grecia, Tito Quinto Flaminino, para denostar al primero y alabar al segundo. Mientras la conquista de Grecia fue justa, porque devolvió a los griegos la libertad, presos como estaban de los macedónicos, la de los indios de Zempoala fue un acto de tiranía, pues no sólo no les devolvió la libertad sino que les arrebató sus bienes y hasta la vida misma.190

El mundo clásico griego puede ser tan nuestro como lo es de cualquiera de las sociedades contemporáneas. Cultivarlo y conocerlo enriquece nuestros puntos de vista sobre el México en el que vivimos. Lo mismo pasa con otros pueblos de la Antigüedad.

Después de que el mundo griego clásico decayó, los escritores helenísticos supieron integrar su tradición cultural a la historia de Roma, la nueva potencia del Mediterráneo. El historiador Polibio de Megalópolis, quien vivió en el siglo II antes de nuestra era, entendió la unidad entre la cultura griega y la romana. Para él, la historia era un movimiento acumulativo que iba desde Grecia hasta Roma en un proceso continuo, al que llamó "historia universal". Los romanos aceptaron la herencia y reconocieron en Grecia el origen de muchas de sus formas culturales. Todavía hoy aceptamos la unidad entre ambas, asignándoles el nombre de cultura grecorromana o clásica.

El mundo romano era consciente, sin embargo, de que su grandeza radicaba en su régimen político. La sociedad romana tenía una sólida organización, basada en la ley, los impuestos y el ejército; el senado era la asamblea de ciudadanos que velaba por el bien público. A partir del siglo I de nuestra era, el césar o emperador, compartía con el senado el gobierno imperial. Económicamente, el esclavismo sustentaba aquella sociedad. El poeta romano Virgilio consideraba que mientras Grecia destacaba por sus logros artísticos, Roma se caracterizaba por su fuerza política: "Que otros esculpan un bronce que se ablande y respire; ¡sea! Saquen del mármol rostros vivos… Mas tu misión recuerda tú, romano: regir a las naciones con tu imperio".191 El Imperio Romano fue, durante muchos siglos, el modelo de dominio al que aspiraron muchos Estados posteriores.

Roma era un imperio mediterráneo. Creó la unidad en torno a aquel mar interior al que llamaban Mare Nostrum, condensó las tradiciones culturales que habían transitado por sus costas desde hacía siglos y cimentó una tradición común que perduró. La unidad mediterránea funcionaba, en muchos aspectos, todavía en el siglo VIII de nuestra era.


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