conocimientos fundamentales

| historia | méxico: una historia y muchas culturas

Página anterior Página siguiente





1.2.4 Resistencias y rebeliones de la población africana y afrodescendiente en la Nueva España

Las migraciones forzadas de africanos a la Nueva España aportaron fundamentalmente fuerza de trabajo, que sirvió para desarrollar los mercados internos y el comercio internacional, base del desarrollo capitalista. Pero además de esclavos, los africanos fueron portadores de una cultura y un conocimiento del mundo que se reconfiguró en el contexto americano. Sus elementos pueden observarse sobre todo en las distintas formas de lucha contra la esclavitud que desarrollaron.

Odile Hoffmann, investigador de las relaciones sociales y culturales en la región mexicana de la Costa Chica, ha sugerido que "los rasgos culturales son instrumentos de posicionamiento social y político. Manipulables por parte de los individuos y los grupos. Una 'genealogía' de esas manipulaciones culturales, por medio de un acercamiento histórico, permitiría comprender la evolución de los grupos sociales no en términos de reproducción, sino quizá de estrategia de resistencia, siempre en interacción con las sociedades vecinas".172 Esta posición permite entrar al tema de los aportes culturales africanos en México sin caer en las posiciones irreductibles del integrismo/mestizaje o de la especificidad original.

En este apartado se consideran las estrategias de búsqueda de la libertad que sostuvieron los esclavos africanos y sus descendientes, como un eje que pone en perspectiva histórica sus vínculos en la sociedad novohispana de la que formaron parte. La gama de acciones emprendidas por los africanos para lograr la libertad y escapar de la esclavitud es tan variada que puede ser imposible intentar una síntesis. Sin embargo, todas tuvieron dos características comunes: la primera, que esas acciones se produjeron en contextos donde la desigualdad social y racial se vivía como un hecho natural y cotidiano; la segunda, que constituyeron estrategias mixtas, donde los referentes político-culturales africanos, sobre todo los de origen bantú, operaron al lado de referentes hispánicos y mesoamericanos, moldeados por sus protagonistas en función del posicionamiento social que cada lucha requirió.

Entre las formas directas de búsqueda de la libertad es posible distinguir la compra notariada y la creación de redes familiares de manumisión, el matrimonio con miembros de otros grupos sociales, la formación de cofradías, el cimarronaje, la formación de palenques o kilombos y la rebelión abierta. Cada tipo de acción expresó distintos niveles de confrontación y diferentes niveles de toma de conciencia respecto de su condición social.173 Estas prácticas pueden clasificarse en dos tipos, las que en su ejecución utilizaron formas legales de la ideología dominante y las que de alguna forma violentaron el orden. Así, el matrimonio, la compra de la libertad, las redes familiares de manumisión o la formación de cofradías se enmarcaron en la lógica normativa del régimen virreinal, en tanto que la hechicería, el cimarronaje, los palenques y la rebelión promovieron rupturas de la legalidad en distinto grado.

El horramiento o manumisión, concedida por el amo o comprada por el esclavo, fue el esquema jurídico al que se apegaron las prácticas legales de búsqueda de la libertad. Los documentos notariales de la época contienen innumerables ejemplos de esta fórmula. María Elisa Velázquez ha explicado que este fenómeno fue más común en las ciudades entre los esclavos de servicio doméstico, y de ellos, entre las mujeres.174 Mediante los testamentos, las relaciones afectivas con las dueñas o dueños y la capacidad adquisitiva para comprar la libertad, estas prácticas aumentaron durante los siglos XVII y XVIII, y se crearon redes familiares o de compadrazgo que tuvieron por objetivo la manumisión de parientes o sirvientes de confianza.

Frente a las prácticas legales urbanas, en las regiones mineras y de plantación cañera se produjeron durante toda la administración virreinal prácticas de oposición violenta contra la esclavitud. Las dos principales formas de acción fueron el cimarronaje, es decir, la huida de los centros de cautividad y explotación, asociada a la formación de centros de resistencia en zonas de difícil acceso, conocidas como palenques por los españoles y también llamadas kilombos. Estas prácticas estuvieron orientadas a organizar la rebelión abierta contra los amos y los oficiales reales. Existieron muchos casos de rebeliones organizadas por grupos cimarrones, como la de Amapa, Oaxaca; las de los esclavos de Córdoba en 1735,175 o las de la región de Veracruz a finales del siglo XVI y principios del XVII.

La rebelión de Yangá es un buen ejemplo para explicar el carácter mixto de las estrategias de posicionamiento social de los africanos y sus descendientes en la Nueva España. Se trató de una rebelión de esclavos de origen bantú176 que se extendió por la región entre Veracruz y la ciudad de México. Los fugitivos conformaron grupos cimarrones que asolaban los caminos reales y promovían la huida de otros esclavos de las plantaciones e ingenios de la zona, desde finales del siglo XVI hasta 1609. Emplearon técnicas de confrontación y organización como las que se produjeron durante las guerras entre los reinos bantúes en el contexto de la penetración portuguesa. En particular, el kilombo o palenque fue una especie de unidad de campaña bélica, utilizada por los mani bantú, jefes militares, y los jaga, grupos de mercenarios, en el siglo XVI, cuando el comercio esclavista desgarró la unidad cultural y política del complejo Loango.177

Cuando se produjo la negociación entre los rebeldes y la administración virreinal, bajo Luis de Velasco "El Joven", los bantúes dirigidos por Yanga demandaron la constitución de un pueblo a la manera de las congregaciones indígenas basadas en la figura del cabildo hispánico. Así, en agosto de 1609 se constituyó oficialmente San Lorenzo de los Negros.178

Por otra parte, deben considerarse las rebeliones abiertas, de manera separada a los procesos rebeldes de los palenques. Mientras éstos fueron organizados en el medio rural, se podría decir que aquellas constituyeron una tradición de resistencia urbana.179 Las fuentes refieren que en 1537 se produjo la primera rebelión de esclavos africanos en la ciudad de México180. Se ha dicho que entre 1608 y 1609 se produjeron en la capital acciones asociadas a las rebeliones que asolaron toda la región oriental en torno a la experiencia bantú encabezada por Yanga.181 Existen múltiples menciones de la rebelión de "negros congos y angolas" de 1612 en la ciudad de México,182 y en la actualidad se estudian las dimensiones de la participación africana y afrodescendiente en el proceso rebelde que derrocó al virrey Gelves en enero de 1624.183 Asimismo, se tienen noticias de la rebelión negra de 1666 y de la participación de "castas" en la rebelión indígena de 1692.184 Pero no existe aún un estudio detallado de las rebeliones de esclavos en las ciudades novohispanas. Finalmente, algunos historiadores han señalado la participación de esclavos africanos y afrodescendientes en las rebeliones indígenas del norte y el occidente de México entre 1542 y 1570, así como en las rebeliones populares de 1766 a 1778 en Michoacán, Guanajuato, San Luis de la Paz, San Luis Potosí y el Gran Nayar.185

En la clasificación precedente no se han tomado en cuenta las expresiones más espontáneas de rechazo a la cautividad, como fueron los reniegos, las blasfemias, la hechicería, los intentos de suicidio y la negación del embarazo. Aunque menos elaboradas que las otras, estas prácticas fueron las formas más constantes de respuesta contra la esclavitud; sin duda, constituyeron la base de expresión social y cultural sobre la que se desarrollaron las acciones más organizadas. Se encuentran ejemplos de esto en los documentos inquisitoriales de México.186

Como se ha visto, más que el folclor o los rasgos biológicos, fueron las tradiciones de resistencia a la esclavitud y la búsqueda de la libertad el factor determinante en la construcción de identidades culturales específicas, así como de las culturas políticas que se produjeron en los distintos ámbitos sociales del campo y las ciudades a lo largo y ancho de la Nueva España.

En México conviven múltiples identidades culturales. Ninguna de ellas tiene un solo origen, antes bien son el resultado de muchas historias de migración que comenzaron en el siglo XVI, determinadas por la expansión de la economía europea. Así, las presencias africana, asiática, islámica o sefardí en la historia mexicana develan su carácter mundial. Al mismo tiempo, los portadores de cada una de ellas formaron comunidades con referencias de sus mundos de origen, pero también con prácticas y visiones de otros horizontes, como el hispánico y el mesoamericano. Sobre todo, las poblaciones del planeta comenzaron a moverse a escalas globales, a veces por la fuerza y a veces a pesar de las restricciones de los Estados europeos; construyeron nuevas realidades sociales que transformaron el rostro de los mundos antiguos.

En particular, para entender mejor la fuerza de la presencia africana en las sociedades mexicanas actuales, vale la pena partir de los procesos históricos que la originaron. Tal propósito impone comenzar por las transformaciones económicas, demográficas y sociales que vincularon al conteniente africano con el americano. No se trata de encontrar la raíz africana de México, tampoco de buscar los orígenes africanos de las expresiones culturales de los afromestizos. Esta síntesis busca acudir a la historia para reconocer que venimos de muchas partes.


Inicio de página