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5.5.4 La intersubjetividad como la dimensión ética de la subjetividad

En la filosofía contemporánea se suele entender la intersubjetividad como un planteamiento que supera las posturas subjetivistas. Éstas (como las propuestas de Descartes o Kant) sostienen que la perspectiva de la primera persona (el yo) es el único criterio aceptable para plantear los problemas del conocimiento o de la moral. Sin duda, esta tesis es en parte correcta, pues la perspectiva de la primera persona corresponde al modo de ser de la subjetividad humana, es decir, cada uno percibe el mundo desde su punto de vista y no desde el de los otros.

Sin embargo, los teóricos de la intersubjetividad sostienen que la perspectiva de la primera persona descansa en un error: no hay un yo aislado, siempre estamos en relación con los demás. Según esta tesis, incluso cuando, en la soledad de nuestra habitación, pensamos por ejemplo: “Debo estudiar para aprobar un examen mañana”, estamos utilizando un lenguaje que no hemos inventado nosotros, sino que lo aprendimos desde muy pequeños gracias a la familia y al entorno social. El lenguaje es un mecanismo intersubjetivo por excelencia y con él no sólo comprendemos a los demás, sino también a nosotros mismos. Incluso, al estudiar para un examen estamos suponiendo que existen otras personas (el profesor y nuestros compañeros) con las que compartimos muchas cosas.

En todo momento nos encontramos inmersos en relaciones con otras subjetividades: al comprar algo en la tienda o al tomar el autobús para ir a la escuela o al trabajo. Por ello se ha llegado a decir que la intersubjetividad es más fundamental y originaria que la subjetividad misma, ya que todas nuestras experiencias se encuentran conformadas y determinadas por instancias como el lenguaje o las relaciones sociales. Desde esta perspectiva, las filosofías que parten de la conciencia son consideradas incapaces de explicar la existencia de las otras personas, y se les denomina solipsistas.

Si bien no podemos saber en qué están pensando las otras personas, sí podemos percibir si están molestas, tristes, desconcertadas, alegres o deprimidas. En filosofía suele hablarse de empatía para designar esta capacidad de los seres humanos para vincularnos y experimentar a las otras personas como afines a nosotros mismos.

De esta manera, podemos darnos cuenta que la cuestión no es sacrificar a la subjetividad en favor de la intersubjetividad, ya que sin aquella no puede haber ésta y, por ende, tampoco sociedad. Pero, al mismo tiempo, vemos que el ser humano únicamente puede sostener su vida en comunidad con otros seres humanos.


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