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5.2.1 ¿Cuál es la especificidad de la existencia humana frente a otros modos de existencia?

El hecho de que podamos predicar ciertas propiedades o características sobre alguna cosa depende, en gran medida, de que podamos percibir y comprender esas propiedades. En otros términos, porque existe el ser humano es que las cosas llamadas piedras, árboles, números, nubes o planetas tienen un sentido.

Con esto no queremos decir que la existencia de estas cosas dependa de la existencia del hombre. Por ejemplo, la electrólisis no es un producto humano; si los seres humanos dejaran de existir, la electrólisis seguiría aconteciendo como fenómeno físico.

Algunos filósofos, como Karl R. Popper, han distinguido diferentes ámbitos de la existencia:

 

Realidad

 

1. El ámbito de los cuerpos físicos y sus correspondientes estados.

2. El ámbito de los fenómenos psíquicos o mentales.

3. El ámbito de los productos culturales como el arte, la literatura, la música o la ciencia.

Según esto, la existencia de las rocas o de las bacterias es distinta a la de las obras artísticas y las novelas de ciencia ficción. Sin embargo, aunque las rocas no sean producto de mi mente ni sean una fabricación mía, tienen para mí una significación. Esto nos lleva a una tesis muy importante: el ser humano existe comprendiendo e interpretando al mundo, a los demás y a sí mismo. Un perro no puede preguntarse si vale la pena vivir, si logrará ser feliz algún día o si actúa correctamente cuando le ladra a un extraño.

La existencia humana tiene la peculiaridad de que, a diferencia de otras cosas del mundo, su existir tiene una significación para ella misma, es decir, es objeto de su comprensión. El árbol no se comprende como árbol, ni el perro como perro, pero yo sí me comprendo a mí mismo como existiendo de tal o cual manera.

Así, el pensamiento es lo que nos permite a los seres humanos percibirnos a nosotros mismos. Éste es el primer rasgo de lo mental, la conciencia. Y no sólo eso, tenemos también conciencia de cosas distintas a nosotros mismos. De esta manera, la conciencia es el rasgo característico de la existencia humana; sin ella no habría lenguaje, amor, odio, deseos, acciones.

Otro de los aspectos fundamentales que caracterizan a la existencia humana es la intencionalidad. Con esta palabra los filósofos y los psicólogos quieren señalar algo muy simple: todos nuestros pensamientos son, en un sentido básico, intencionales, así como también nuestros deseos, creencias, esperanzas, temores u odios. Para decirlo en términos más sencillos: la intencionalidad se refiere al hecho de que la mente humana pueda referirse a cosas que se encuentran fuera de ella. Por ejemplo, cuando amamos, amamos a alguien: amamos a nuestra novia, a nuestra familia, incluso a nosotros mismos. Es gracias a la intencionalidad que tenemos la capacidad de actuar de acuerdo con nuestros deseos, temores o anhelos; y que podemos dirigir nuestras acciones a la realización de los fines que nos hemos propuesto.

Esta característica nos lleva a otro problema: el de cómo se constituye la existencia humana, la cual se define por ser subjetiva. ¿Qué quiere decir esto? Pensemos en la siguiente situación: está usted reparando una puerta y al momento de intentar colocar un clavo se golpea en el dedo pulgar con el martillo. El dolor que sigue al golpe suele ser intenso, pero se trata de un dolor que únicamente puede sentir usted. De hecho, si pudiera golpear con el martillo el pulgar de otro nunca podría sentir el dolor que usted siente. De la misma manera, la forma en que vemos el paisaje a través de una ventana, oímos música por la radio, es siempre desde el punto de vista de cada quien. Por más que nos coloquemos en el mismo lugar en el que otro está, nunca podremos ver el paisaje o escuchar la música como él lo hace. A esto es a lo que nos referimos cuando hablamos del carácter subjetivo de la existencia humana.

Esta forma subjetiva de existencia tiene efectos en el mundo objetivo. Si pensamos en caminar y deseamos hacerlo, podemos mover nuestras piernas y comenzar a andar. Esto quiere decir que cuando pensamos algo, no sólo se limita al ámbito de lo mental, sino que puede influir e intervenir en el mundo físico.


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