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7.3.4 La mimesis y el desafío del arte contemporáneo

En filosofía, lejos de encontrar posiciones definitivas y sentencias absolutas, encontramos múltiples perspectivas y consideraciones que nos hacen enfocar y pensar los temas y problemas desde diferentes concepciones y puntos de vista. No hay “una respuesta” a ninguna pregunta acerca del arte, así como no hay una sola estética o filosofía del arte. A lo sumo encontramos frágiles consensos entre corrientes o escuelas. Pero estos consensos no tardan en desaparecer, pues la filosofía está siempre en movimiento; los debates aparecen por todas partes.

En ese sentido, el postulado de la mimesis no es ninguna respuesta; es una perspectiva cuestionable y debatible. Si bien es cierto que la hermenéutica contemporánea se posiciona a favor de la mimesis, también lo es que hay otras estéticas “antimiméticas”. De entre estas últimas destaca la de Arthur Danto, uno de los más importantes representantes de la estética estadunidense.

Cuando la hermenéutica contemporánea piensa el arte lo hace de la mano de la tradición filosófica. Esto quiere decir que trata de continuar con las preguntas y los problemas que dejaron abiertos las estéticas anteriores. Desde Kant, el problema del arte no es un tema aislado sino que forma parte del sistema filosófico en cuestión, es decir, la filosofía kantiana no se comprende sin su estética, pues sus consideraciones sobre el juicio de gusto y el arte continúan y refuerzan sus argumentaciones sobre el conocimiento y la ética.

Lo mismo sucede con Hegel, Nietzsche, Marx, Adorno, Heidegger, Gadamer, Zambrano, Ricoeur, Derrida, Deleuze y demás autores de los siglos XIX y XX, que han hecho de la estética una parte medular de sus “sistemas” filosóficos. En estas corrientes, pensar el arte es, antes que nada, pensar la filosofía —y su historia— como problema, de modo tal que insertan los cuestionamientos estéticos en un horizonte de reflexión muy amplio y los hacen codependientes de, sobre todo, la ontología, la teoría del conocimiento y la ética. Esto significa que no llegan a preguntar por el arte desde el arte, sino desde la filosofía y su historia.

La estética estadunidense procede en otro sentido. Sus reflexiones brotan a menudo de los cuestionamientos y desafíos que plantea el arte contemporáneo, con el cual se enfrentan constantemente desde que Estados Unidos se convirtió en el centro del desarrollo de ciertas artes —sobre todo en lo que toca a la plástica—, desplazando a Europa.

No es lo mismo la estética de Danto, que trata de responder a las cajas de Brillo de Andy Warhol, que la estética de Gadamer que intenta contestar a los sistemas filosóficos anteriores (Heidegger y Hegel, principalmente). Los problemas a los que se enfrentan son muy diferentes y la tradición de la que proceden también. Esto, evidentemente, hace que sus estéticas sean muy divergentes, aunque algunos puntos resultan sorpresivamente coincidentes. Si para Gadamer el modo de ser de la obra de arte es la mimesis o representación, con Danto nos encontramos en la era posmimética del arte. Gadamer afirma la mimesis encarando la historia de la filosofía; Danto la niega encarando, sobre todo, la historia de las artes plásticas en el siglo XX.

La plástica ha reaccionado cada vez con más fuerza al realismo, ha buscado desestructurarlo en todos sus sentidos. Frente a la precisión y detalle del realismo, la pintura comenzó a “desviarse” cada vez más. Primero con el impresionismo, luego el cubismo y el fauvismo, hasta el expresionismo abstracto. La consigna era alejarse de lo mimético, de la representación literaria (es decir, de la pintura como ilustración de los momentos climáticos de la literatura) y generar un arte cada vez más libre y menos imitativo, más a favor del color y la forma pura: dejar de decir lo real y que aparezca el color, pues la pintura no tiene por qué subordinarse ni copiar lo que hay.

Un cuadro de Rothko no es figurativo; por ende, no es mimético, no representa nada del mundo. ¿Qué pueden representar las franjas de color? Según Danto, esto se traduce en que el arte contemporáneo no se deja ya pensar desde la categoría de mimesis. Sin embargo, también es posible afirmar que la intención del arte contemporáneo de pertenecer a una era “posmimética” es más un problema de comprensión filosófico-estética de los términos “mimesis”, “imitación”, “reproducción” y “representación”, que el surgimiento de una “nueva era” del arte, como se deja leer en la tesis de Arthur Danto, Después del fin del arte.

Desde la hermenéutica contemporánea se puede señalar que el cuadro de Rothko representa y crea una visión del mundo; esto se puede defender con todos los argumentos que se han analizado. Sin embargo, a la interrogante de qué visión del mundo representa, ya no es fácil responder. Todavía más, al observar dos cuadros de Rothko (casi todos se parecen mucho entre sí) y preguntarse qué visión del mundo abre uno y otro, sería difícil diferenciar las visiones de un cuadro a otro. ¿Es acaso que hay que considerar la obra de Rothko como una totalidad y no preguntar por un cuadro y por otro, sino por todos los cuadros? Difícilmente.

La pintura figurativa (por ejemplo, los cuadros de Frida Kahlo) se presta mejor a la tesis de la mimesis como representación transformadora que abre y crea visiones del mundo. Es posible interpretar que un cuadro de Kahlo representa una visión del mundo en términos de dolor y sufrimiento a partir del cuerpo y, al mismo tiempo, una afirmación de la vida con todo y ese dolor. Es más, se puede decir, muy nietzscheanamente, que hay una representación de la vida con todo su placer y todo su dolor.

¿Qué representa el cuadro de Rothko? ¿Ya no representa nada? ¿Ha dejado de ser mimético? ¿Representa la teoría del expresionismo abstracto y sólo eso, es decir, es una “ilustración” de cierta teoría del arte? ¿O es acaso que no se tienen los elementos para interpretarlo? ¿Es más fácil interpretar a Kahlo porque es más familiar lo que representa, y lo de Rothko es muy extraño? ¿Puede la estética responder a estos desafíos del arte contemporáneo? ¿El arte ha dejado de ser mimético, o bien ha dejado de ser “arte” en un sentido tradicional? ¿Todavía “nos habla” el arte, sobre todo la plástica contemporánea, o ha enmudecido?

Estos problemas y cuestionamientos conducen de la mimesis hacia la interpretación de la obra, tema que se ve más adelante. 


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