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7.2.3 La mimesis como representación del mundo

El mundo humano incluye tanto lo que ha acontecido como lo que pudo haber acontecido, eso quiere decir que no es más “real” ni más importante un hecho histórico que un hecho de ficción, una teoría científica que una novela, ya que todo contribuye e incide en lo que somos; lo que creemos y pensamos, lo que sentimos y deseamos tiene que ver tanto con la ciencia como con el arte, la historia y la filosofía.

Al hablar de mimesis del mundo humano se deja en claro que las corrientes contemporáneas que defienden el uso y la pertinencia de esta categoría no la comprenden como “copia” de objetos (del tipo: una pintura “copia” una flor), sino como representación transformadora del mundo humano. Esto quiere decir que no se trata de una mera imitación, como tampoco incumbe exclusivamente a “objetos”. Comprender la mimesis en tal sentido sería muy limitado, ya que buena parte de las manifestaciones artísticas —clásicas y contemporáneas— no están relacionadas con “objetos”, aunque no dejan de tener un carácter mimético. Por ejemplo, la música no representa objetos, ni tampoco la danza, y buena parte de la pintura y la escultura contemporáneas ha dejado de ser figurativa (piénsese en el expresionismo abstracto).

En suma, para ciertas teorías, el que la obra de arte no represente objetos no quiere decir que no sea mimética. En todo caso, la importancia del argumento de la mimesis se centraría en la capacidad que tiene la obra de representar el mundo humano, lo que significa que la obra es una visión del mundo. Esto quiere decir que la obra es una configuración y una manifestación cultural, expresión de las ideas y creencias de un pueblo.

¿Qué quiere decir todo esto? El mundo humano es ese espacio-tiempo en el que existimos y que se nos aparece como inobjetivable; es un cúmulo de referencias y sentidos que se relacionan con el pasado, el presente y el porvenir. Se nos aparece como inobjetivable porque, por un lado, sería imposible enlistar y dar cuenta de todo aquello que conforma nuestro mundo, y, por el otro, porque este espacio-tiempo no es fijo ni cerrado, sino que se encuentra en constante movimiento y transformación.

El arte forma parte del mundo humano en un doble sentido: es producido por éste y, al mismo tiempo, ayuda a conformar dicho mundo. En relación con el primer punto podemos afirmar que el arte es la visión que una determinada cultura tiene sobre el mundo, es decir, el arte habla del mundo y lo expresa. Eso no significa que el mundo en su totalidad esté expresado-representado en el arte, sino que el arte es una perspectiva, una especie de ventana o mirilla. Cada obra es una visión del mundo. ¿Qué visión del mundo representa una determinada obra de arte? No hay una sola visión del mundo, sino muchas, y el descubrimiento de éstas depende de la interacción entre la obra y el espectador.

La novela 1984, de George Orwell, es un claro ejemplo. ¿Qué visiones del mundo abre y crea esta novela, qué representa? Hay una plétora de respuestas a esta pregunta: representa una visión del totalitarismo, de la existencia dominada y controlada por la tecnología, de un mundo en el que ya no tienen cabida héroes ni mártires… Todas las respuestas implican visiones del mundo que expresan cómo es y, también —y éste es el segundo punto—, que lo conforman: por un lado, sólo en la sociedad del siglo XX tiene sentido y podría surgir una novela sobre el totalitarismo, es decir, hay una expresión y representación de un mundo real; por el otro, las ideas creadas por esta novela también se insertan, a su vez, en el mundo cotidiano conformándolo: la imagen del “Big Brother” es hoy un lugar común para referir el excesivo control y vigilancia que el Estado (u otra autoridad) ejerce sobre el individuo mediante la tecnología.

De ese modo, y gracias a su poder mimético, el arte constituye una perspectiva sobre nuestro mundo al transformar lo que “está ahí” a través de una recomposición y reorganización. En ese sentido, para el caso de la novela de Orwell se puede afirmar que hay algo que ya estaba ahí, a saber: el totalitarismo; y hay algo que se crea a partir del libro: la imagen del “Big Brother”. El arte surge del mundo para reconfigurarlo y después regresa a él para dotarlo de nuevos sentidos y significaciones. Tal es el poder de la mimesis.


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