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1.2 EL ARGUMENTO

Cobradores de impuestos

Cobradores de impuestos, de Marinus van Reymerswale , primera mitad de siglo XVI.

Cuando necesitamos justificar una opinión o una creencia para que pueda ser aceptada o creída por alguien más, estamos en una situación en la que debemos crear un argumento. Supongamos que nos encontramos en la siguiente situación: a nuestro domicilio llega una multa de la Secretaría de Hacienda, hecho que nos sorprende porque sabemos que hemos pagado nuestras contribuciones a tiempo; y queremos defender que Si pagamos nuestros impuestos a tiempo, entonces estamos exentos de pagar tal multa. Debemos establecer cuál es nuestro respaldo para sostener esta idea. Las razones podrían ir en el siguiente orden: Si pagamos nuestros impuestos a tiempo, entonces cumplimos adecuadamente con nuestras obligaciones fiscales, y si cumplimos adecuadamente con nuestras obligaciones fiscales, entonces estamos exentos de pagar multas. Con base en este argumento sabemos que basta con que mostremos a Hacienda que, en efecto, pagamos a tiempo nuestros impuestos, para defender que estamos exentos del pago de la multa.

Generamos argumentos, en forma oral o escrita, para justificar nuestras creencias, ideas o convicciones, y ello obedece a situaciones muy diversas, como en el ejemplo, en lo relativo al pago de nuestros impuestos. Pero los argumentos pueden también respaldar las acciones o decisiones que tomemos.

El argumento es, pues, un trozo de discurso, ya sea hablado o escrito, que se compone por enunciados que desempeñan una función informativa en el contexto en el que es creado y uno o más de ellos ofrece un respaldo, o al menos elementos de juicio favorable, para aceptar la verdad o la verosimilitud de otro enunciado. A este último lo llamamos conclusión, y a los enunciados que lo respaldan, premisas.

El fenómeno lógico relevante que se presenta en la elaboración de un argumento es la consecuencia lógica: el paso de las premisas a la conclusión. Lo propio de un argumento no es simplemente estar formado de enunciados, sino que entre ellos haya una relación: las premisas dan soporte o sustento a la conclusión. La consecuencia lógica nos da la pauta para reconocer cuándo estamos ante argumentos adecuados y cuándo no, pues lo deseable es tener argumentos en donde las premisas cumplen realmente su función de dar respaldo a la conclusión. Además, reconocer que hay maneras diversas en las que se da el paso de premisas a conclusión nos ayuda a distinguir diferentes tipos de argumentos.

En el estudio de los argumentos destacan tres consideraciones: 1) el contexto que se refiere a la situación en la cual se genera el argumento; 2) el contenido, es decir, lo que se dice o se habla en cada uno de los enunciados que componen el argumento, y 3) la estructura, que comprende los elementos específicos que están presentes en el argumento y la manera en la que están organizados. Hay que advertir que dentro de estas tres consideraciones algunas son más accesibles para su estudio que otras, ello depende de si son estables o cambiantes. Así, el contexto ofrece dificultades para su estudio, puesto que las situaciones en las que tenemos necesidad de generar argumentos pueden ser muy diversas y asociarse a circunstancias sumamente específicas que incluso lleven al estudio de un caso completamente particular. El contenido, aquello de lo que hablamos en cada enunciado que compone al argumento, es también cambiante e incluso contingente, en el sentido de depender de algunos factores externos como la temporalidad, en la medida en que los hechos tomados por verdaderos en una época pueden dejar de serlo en otra. La consideración más estable y que se puede estudiar mejor es la estructural, porque no está sujeta a factores externos y en ese sentido decimos que es fija. Sin embargo, en la estructura podemos reconocer elementos que tienen una relación estrecha con el contenido y que por ello se ubican como “variables” y se distinguen de otros elementos propiamente lógicos, conocidos como “constantes”, que cumplen una función en el argumento dirigida a producir la consecuencia lógica.

Reconozcamos cada una de estas consideraciones en la situación argumentativa que tratamos antes. Como dijimos, dentro del argumento el enunciado que expresa la idea que se quiere defender es la conclusión y, en el ejemplo presentado, dice:

Si pagamos nuestros impuestos a tiempo, entonces estamos exentos de pagar multa.

Los enunciados que ofrecen elementos de prueba a favor de la conclusión son las premisas, y en el ejemplo son los siguientes:

Si pagamos nuestros impuestos a tiempo, entonces cumplimos adecuadamente con nuestras obligaciones fiscales.

Si cumplimos adecuadamente con nuestras obligaciones fiscales, entonces estamos exentos de pagar multa.

El peso lógico del argumento recae en la consecuencia lógica, es decir, en el paso de premisas a conclusión. Con el fin de resaltar la presencia de la consecuencia lógica en un argumento podemos usar algunas expresiones como por lo tanto, por consiguiente, por ende y otras sinónimas. Así, con la finalidad de poner énfasis en el paso de premisas a conclusión podemos dar una presentación más ordenada a nuestro argumento del siguiente modo:

  1. Si pagamos nuestros impuestos a tiempo, entonces cumplimos adecuadamente con nuestras obligaciones fiscales.
  2. Si cumplimos adecuadamente con nuestras obligaciones fiscales, entonces estamos exentos de pagar multa.

Por lo tanto, si pagamos nuestros impuestos a tiempo, entonces estamos exentos de pagar multa.

Después de reconocer los elementos de un argumento, es posible presentarlo de manera más ordenada, destacando dichos elementos y facilitando su identificación. Pero podemos todavía seguir nuestro análisis centrándonos en el estudio de su estructura.


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