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2.1.3 Las especialidades de la antropología

En México, la antropología se estudia a partir de cinco especialidades o subdisciplinas, como algunos autores prefieren llamarlas: la antropología física, la arqueología, la lingüística, la etnohistoria y la antropología social (en algunos países la llaman antropología cultural, y en otros, etnología).


La antropología física

En una perspectiva amplia, y siguiendo a Tonatiuh Osornio y Alfaro Castro (2006), ésta puede considerarse un conjunto de disciplinas biológicas y sociales que estudian al hombre como una especie animal, integrando ciencias muy diversas y empleando técnicas diferentes. Específicamente, según Arturo Valls (De la Torre, 2006), sería el estudio del origen, naturaleza y evolución de la variabilidad biológica de los grupos humanos en su doble dimensión histórica y espacial, teniendo en cuenta la interacción que los factores biológico-ambientales y de comportamiento (sociales, culturales y psicológicos) ejercen tanto en el común de los individuos de nuestra especie como sobre los diferentes grupos y poblaciones de homo sapiens. La antropología física se subdivide en distintas ramas:

Antropología forense: reconstruye las circunstancias de muerte.

Paleoantropología: estudia la evolución humana.

Primatología: estudia los primates no humanos.

Osteología: estudia los huesos y su aplicación en la parte sociobiológica.

Paleopatología: estudia las enfermedades padecidas por personas o animales en la antigüedad.

Ecología humana: estudia la relación entre el hombre y el medio ambiente.

Antropología genética: estudia la aplicación de técnicas moleculares para entender la evolución homínida.

La antropología física se apoya en el trabajo de los arqueólogos que han exhumado y estudiado huesos y utensilios prehistóricos; de los paleontólogos que buscan huesos de animales ya extintos, al menos los posibles antepasados del hombre; se recurre también a los historiadores de la geología que proporcionan las fechas en las que se puede confiar para el estudio del ritmo y de la duración de la evolución humana. El estudio del ser humano y de su lugar en la naturaleza involucra no solamente al antropólogo físico y al anatomista, sino también a aquellos biólogos cuyos campos de investigación son la embriología, que estudia el desarrollo que tiene lugar antes del nacimiento; la genética, que se encarga de la herencia biológica; la fisiología, que explica el funcionamiento del cuerpo; y la bioquímica comparada, es decir, la química de los seres vivientes.


La arqueología

La arqueología, en su perspectiva más general, tiene como objeto de estudio la cultura material humana. Según Jaime Litvak (1988), la arqueología se ocupa principalmente de contestar las preguntas sobre el qué, quién, dónde, cuándo, con arreglo a qué fines y a qué patrones los seres humanos existen. A medida que los arqueólogos insertan una cronología a una masa confusa de datos descriptivos, nos formamos una idea no sólo de la naturaleza acumulativa de la cultura, sino también del patrón en la historia.

La arqueología moderna se enfoca en establecer los principios del desarrollo y el cambio de la cultura material del hombre. Para Manuel de la Torre Mendoza y Jannu Lira Alatorre (2006), el objeto de estudio de la arqueología es la cultura material, formada por todo el conjunto de bienes tangibles que las personas utilizan, transforman o crean mediante su acción, culturalmente determinada. Para estudiar este objeto los especialistas han creado una metodología que se puede estructurar en dos ejes principales: a) el análisis de los materiales arqueológicos y b) el análisis de su distribución espacial, ya sea en una región, sitio, o en contextos particulares. Con el fin de obtener la información que requiere para evaluar sus modelos teóricos sobre el desarrollo social, el arqueólogo recurre a una gran variedad de técnicas que lo ponen en contacto con otras ciencias sociales, con las ciencias naturales y con diversos procedimientos analíticos. Ya que en muchas ocasiones la cultura material a nuestro alcance es el único registro de procesos históricos que ocurrieron en el pasado, la arqueología puede ofrecer una perspectiva del cambio a largo plazo que otros campos de la investigación social no tienen.

La arqueología ha llegado a ser una ciencia inmensamente técnica. El químico y el metalúrgico le ayudan a analizar ciertos ejemplares. El mismo arqueólogo tiene que ser un cartógrafo y un fotógrafo hábil. La fijación de fechas puede implicar el estudio de los anillos de los troncos en las maderas de edificación, una identificación microscópica de los minerales en los trozos de barro, el análisis del polen depositado en las capas, la identificación de los huesos de los animales fósiles encontrados, seguir los estratos para enlazar con un orden geológicamente establecido de terrazas fluviales. Todo lo anterior lo realiza el arqueólogo a partir de una técnica de medición —la más reciente es la del carbono 14—, que ayuda a la datación, pues se halla presente en toda materia orgánica, pero va desapareciendo en una proporción bastante constante (cinco mil años).

La investigación arqueológica ha estado relacionada fundamentalmente a la Prehistoria y la Antigüedad; sin embargo, durante las últimas décadas la metodología arqueológica se ha aplicado a etapas más recientes, como la Edad Media (arqueología medieval), la Edad Moderna o el periodo industrial. En la actualidad, los arqueólogos dedican ocasionalmente su atención a materiales actuales, investigan residuos urbanos, con lo cual se está conformando la denominada arqueología industrial.


La lingüística

La lingüística es la ciencia que estudia el lenguaje, entendido como un sistema organizado de signos, que a su vez se ordena por reglas. Está constituida de tres partes fundamentales: a] el estudio de los sonidos de una lengua mediante la fonología y la fonética; b] el estudio de la gramática, esto es, las reglas y principios que regulan el uso de las lenguas, y c] el estudio del léxico que implica el conjunto de palabras y significados que utilizan las lenguas.

Para estudiar las lenguas, según Roca-Pons (1985) existen dos divisiones importantes. La primera es la división entre lingüística interna y externa. La interna trata todo lo concerniente a la lengua misma considerada como un sistema u organismo; la externa se refiere a sus relaciones con la sociedad, a la distribución geográfica y a todas las influencias que una lengua recibe. La segunda división es la que separa la lingüística sincrónica y la diacrónica; mientras que la primera estudia la lengua en un tiempo específico de su evolución, la segunda lo hace en su conjunto evolutivo.

El lingüista se ocupa de la lengua tal y como los hablantes la expresan en sus relaciones cotidianas; en esta perspectiva, no existe el buen hablar o el mal hablar de la lengua. Se parte del hecho de que toda nueva palabra y significado que se le da, si se extiende y se usa por los hablantes, es en sí una contribución cultural a una lengua. El lingüista no establece normas, deduce reglas; no analiza textos sino que describe la lengua.

Los principales ejes de reflexión dentro de la lingüística son los siguientes: la sociolingüística estudia la variación lingüística en su contexto social y analiza la diversidad dentro de una lengua única para mostrar cómo el habla refleja las diferencias sociales; la lingüística descriptiva estudia los sonidos, la gramática y el significado de las lenguas concretas; la lingüística histórica tiene en cuenta la variación a lo largo del tiempo, como los cambios que se producen en el sonido, la gramática y el vocabulario en una misma lengua durante varios siglos.


La etnohistoria

La etnohistoria es el estudio del pasado de los pueblos o grupos con base en fuentes no convencionales y alternativas. Según Romero Huerta (2006), éstas pueden ser de carácter documental, etnográfico o arqueológico; en los tres casos se encuentran fuentes voluntarias e involuntarias. Las fuentes de carácter documental voluntarias son las crónicas, códices, anales y probanzas de méritos; las involuntarias son archivos, confesionarios, estadísticas vitales y periódicos. Las de carácter etnográfico voluntarias son mitos, leyendas, corridos y danzas; las involuntarias son la vida cotidiana, paisajes, chistes y albures. Entre las fuentes de carácter arqueológico voluntarias se hallan las pinturas murales, inscripciones; las de carácter involuntario son los paisajes y los patrones de asentamiento.

La etnohistoria busca entender el devenir de los grupos o pueblos que han sido marginados o excluidos de la historia o de las historias oficiales. Parte del principio de que en todos los grupos humanos, comunidades o pueblos, se encuentran actores históricos que organizan y dirigen, compositores y músicos que sintetizan las aspiraciones y sentimientos, poetas y escritores que utilizan recursos diferentes al papel y al libro para escribir sus producciones. Para el etnohistoriador, todo aquel espacio u objeto, material o inmaterial, que utilice un grupo humano para expresarse es una fuente potencial que puede documentar una parte de la historia del mismo. Así, las piedras, las pieles de los animales, las construcciones, el diseño de las calles, las danzas, jardines, chistes, etcétera, son elementos que, organizados, contribuyen a relatar la historia.

A diferencia de otros países, en México, la etnohistoria se estudia como una especialidad o subdisciplina de la antropología; en 1953 surge como una especialidad, hasta que en 1973 el estudio de la etnohistoria se hace en el marco de una licenciatura en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.


La antropología social (antropología cultural o etnología)

Los franceses denominan a este tipo de estudios etnología, los ingleses, antropología social; y en Estados Unidos y Canadá, antropología cultural. La antropología social, como se designa en México, se inicia con el estudio de los grupos humanos, pueblos y comunidades de origen no europeo. Los primeros estudios buscaron entender lo que los europeos llaman "comunidades primitivas", "pueblos sencillos", o "sociedades sin escritura" (ágrafas). Con el tiempo, los estudios de antropología social se han extendido a las sociedades modernas y actuales.

La antropología social, a diferencia de las otras especialidades reseñadas, centra su interés general en entender la producción y reproducción de la gran diversidad de símbolos que se originan en las relaciones grupales o sociales que establecen los humanos. Estos símbolos suelen aparecer en diferentes relaciones: las familiares, las relaciones entre grupos o entre distintas culturas , y las que se establecen entre el ser humano y la naturaleza. La forma específica que adquiere esta producción y reproducción simbólica, que en lo fundamental sólo aparece en la especie humana, se expresa por las relaciones de parentesco, las prácticas religiosas, las relaciones de identidad, las formas conscientes de violencia, la organización para todas las actividades humanas, incluidas la valoración ética y estética de las mismas.

Desde el surgimiento de la antropología, entre los años cincuenta y setenta del siglo XX, en diversos países se da una reorientación de los estudios culturales. A los objetos y sujetos clásicos de investigación, se agregan otros nuevos con orientaciones metodológicas distintas. De las más importantes se pueden señalar las siguientes tradiciones antropológicas: la antropología posmoderna, los estudios culturales y la antropología francesa.


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