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1.1 LA SOCIOLOGÍA COMO TRADICIÓN DE CONOCIMIENTO

El hombre controlador del universo

El hombre controlador del universo (detalle), mural de Diego Rivera, 1934.

Una disciplina científica se construye en un contexto histórico específico, y la sociología fue el resultado de un proceso que, en lo esencial, se produjo a lo largo del siglo XIX. Éste estuvo marcado, en sus inicios, por el peso de dos grandes revoluciones modernas: la industrial y la francesa, acontecimientos que, si bien son de índole diferente, coinciden en las ideas de ruptura que generaron. Así, la constitución de las industrias, el cambio de las relaciones entre la ciudad y el campo, y el surgimiento de un proletariado que vivía hacinado en los barrios urbanos crearon problemas sociales nuevos. Ya no se trataba de situaciones que el pensamiento tradicional concebía como un orden "natural" de las cosas sino de problemas sociales, y por esa misma razón requerían de la intervención y reflexión de la sociedad sobre sí misma: ése fue el sentido del surgimiento de la sociología.

El sentimiento de ruptura generado se manifestó también en un cambio en la vida cotidiana y en los estilos de vida, en los procesos de secularización, en el trabajo, en la burocracia, en los aparatos del Estado, en la diferenciación social y en las tendencias hacia la individualización. Todos ellos expresaban una variación entre lo antiguo y lo nuevo. Esta conciencia de ruptura con el pasado en el presente, interpretado como una transición hacia lo nuevo, en la advertencia de la aceleración de los acontecimientos históricos y en la esperanza de que el futuro sería distinto, conformaron el núcleo de los problemas de los que se ocupó la sociología en sus inicios.

Se puede afirmar que la época moderna, y la sociología como expresión de ella, surgen como proyectos liberadores de lucha contra el pasado, con una enorme confianza en la capacidad emancipadora de la ciencia. Esta visión se encuentra en la obra de Auguste Comte, a quien se le reconoce como el padre fundador de la disciplina. En su obra Consideraciones filosóficas sobre las ciencias y los sabios, Comte afirmaba que en el pasado, las ciencias han librado al espíritu de la tutela ejercida por la teología y la metafísica, que, siendo indispensable en su infancia, tendía luego a prolongarse de manera indefinida. Consideradas en el presente, las ciencias deben servir —ya sea por sus métodos o por sus resultados generales— para determinar la reorganización de las teorías sociales.

En la obra de Karl Marx también se encuentran análisis que prefiguran a la sociología. Como hombre del siglo XIX, Marx estaba deslumbrado con el ideal de ciencia ofrecido por la física newtoniana. En su obra influyeron también la lectura de los economistas clásicos Smith y Ricardo. El capital sería la expresión de esta postura, que se afana en encontrar las causas de los efectos advertidos en el conjunto de cambios que ocurren sin cesar. El propósito de esta obra era encontrar las regularidades que operan en la sociedad moderna, tal como lo hace la física en relación con el movimiento de los cuerpos. Marx, buen conocedor de la filosofía de Hegel, amplió la idea de ciencia histórico-social al recuperar la dialéctica y el materialismo heredado de Feuerbach, con lo cual llega a afirmar que no es la dimensión de las ideas lo que constituye la base del desarrollo de la historia, sino que las ideas se fincan en las condiciones materiales de la vida social. De los historicistas alemanes, además, hereda el reconocimiento del valor de lo histórico, de la necesaria atención al cambio. El pensamiento político de Marx en El dieciocho brumario de Luis Bonaparte o La crítica al programa de Gotha es expresión de ello. Sin embargo, estas reflexiones no están al servicio de un proyecto que constituya una nueva disciplina; se inscriben dentro de un proyecto de cambio en la práctica política encaminada a la transformación social, una idea que ha tenido un profundo impacto en el desarrollo de la sociología.

Comte y Marx fueron importantes antecedentes; posteriormente, Émile Durkheim y Max Weber construyeron los andamiajes sobre los cuales se fundó la disciplina sociológica, que fue, desde sus orígenes, a la vez única y plural, en tanto que su objeto es la comprensión de las relaciones e instituciones del mundo moderno, y porque en ella conviven diferentes formas de concebir la naturaleza de lo social. Esta diversidad se expresa en la existencia de dos grandes tradiciones, de las que se deriva una gran variedad de escuelas. Dichas tradiciones son la positivista o naturalista, y la hermenéutica. Las luchas, tensiones y polémicas entre tradiciones, anunciadas desde hace más de dos siglos, siguen vivas en muchos de los problemas que se plantean hoy los profesionales de la sociología.


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