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5.1.2 Teatro y religión

Gran Relieve de Eleusis

Copia romana del gran relieve de Eleusis, circa 27 a. C. - 14 d. C.
Fotografía

© Marie-Lan Nguyen / Wikimedia Commons / CC BY 2.5

El término religión se refiere al conjunto de representaciones de seres o fuerzas sobrenaturales constituidas por creencias y actos rituales, las cuales permiten la comunicación con las entidades divinas. Las organizaciones sociales asociadas con estas creencias y actos se configuran como instituciones religiosas.

La dinámica religiosa de un pueblo está constituida principalmente por su mundo mitológico, esto es, la organización de las historias que explican la existencia del ser y su comunidad, y por su ritualización: la representación del mito.

A lo largo de la historia, todas las culturas han efectuado representaciones de historias vinculadas con su religiosidad; estas representaciones se realizan por medio de las artes plásticas, narraciones o representaciones escénicas. Por ejemplo, en el mundo musulmán no es posible representar al ser humano de ninguna manera, pues esta civilización lo considera como la creación más perfecta de la divinidad; las representaciones permitidas se realizan por medio de la escritura y la numeración, ya que son las expresiones más sublimes del conocimiento humano. Los pueblos mediterráneos (griegos, etruscos, romanos, egipcios) representaban a sus deidades con características humanas o con rasgos zoomórficos que subrayaban su pertenencia al ámbito de la naturaleza.

Por su parte, el cristianismo transitó por diferentes propuestas de representación divina; esto le permitió configurar representaciones tanto humanas como simbólicas. Con el paso de los siglos, el cristianismo se centró en la representación de Cristo en diferentes momentos de su mito: en prédica, moribundo, muerto, en resurrección y como juez eterno. Sin embargo, no deja de ser sintomático que las primeras representaciones iconográficas del cristianismo fueran simbólicas: una cruz y un pez.

El teatro, como formato de representación humana viva, surgió como una necesidad festiva religiosa en la antigua Grecia; este deseo por representar de manera viva el mito también se encuentra en el cristianismo medieval, cuando la Iglesia permitió que el creyente tuviera un refuerzo didáctico ritual para hacer aún más legible la historia mítica.3

Sin embargo, cabe destacar que existe un elemento común en estas dos religiosidades generadoras de teatralidad: la ingestión, durante el desarrollo de algunos de sus rituales, de un enteógeno (del griego 'nueoq, "poseído por un dios"); es decir, una sustancia que permite la comunicación con la deidad. La Grecia antigua contaba con un ritual de iniciación en el santuario de Eleusis, dedicado a la diosa Perséfone. Para poder observar a esta deidad, en una suerte de aparición, los iniciados tenían que cumplir con una serie de requisitos antes de ingresar en una cámara oscura, en donde se efectuaba la mostración o epifanía. Uno de estos requisitos era la ingestión de una bebida hecha de los hongos de los granos y ramas del trigo (cornezuelo); al beberla, el iniciado tenía contacto visual con la deidad y el evento quedaba en profundo secreto. La complejidad de este ritual pudo haber sido uno de los antecedentes rituales de la representación teatral griega;4 sin embargo, este evento estaba reservado para unos cuantos elegidos, mientras que el teatro se consolidó como un fenómeno religioso de impacto masivo.

En el cristianismo, el elemento enteógeno quedó plasmado en el ritual de la eucaristía, particularmente en la representación de la última cena, en donde Cristo indica a sus seguidores cómo se consagrará su memoria; este momento deberá celebrarse con la ingestión del pan y el vino como representación del cuerpo y la sangre de Cristo. Para este ritual, integrado en la celebración de la misa católica, la ingestión de estos dos elementos tiene el significado supremo de poder comunicarse con la deidad.

Ahora bien, ¿el teatro es un evento universal? ¿Es posible encontrarlo en todas las culturas del mundo? No necesariamente. Ciertas culturas elaboraron sistemas análogos a los de los griegos, pero no todas las religiones desarrollaron sistemas rituales en eventos de representación viva. Varias culturas asiáticas como India, China, Japón e Indonesia han propuesto diversas expresiones escénicas que abarcan representaciones acompañadas de música, danzas y cantos, así como el uso de máscaras y muñecos manipulados.

En los pueblos mesoamericanos se encuentran vestigios vinculados con una tradición de fenómenos festivo-religiosos con características escénicas. Diversas fuentes, como las crónicas del siglo XVI (tanto de los frailes como de los indígenas), los vestigios arquitectónicos y la iconografía describen las fiestas prehispánicas. Los referentes que proporcionan estas fuentes permiten afirmar que entre los pueblos prehispánicos existió la necesidad de representar los grandes mitos de su cosmogonía. Se sabe, por ejemplo, que las civilizaciones prehispánicas estaban consolidadas en un sistema de celebración continua de fiestas rituales para la conmemoración puntual de todas sus deidades. Como en otras culturas, los antiguos indígenas tenían un complejo espectro de divinidades creadoras y dominadoras que respondían a diferentes elementos de la naturaleza y de los actos de su vida cotidiana.5

Esta condición motivó la permanente celebración festivo-ritual; para ello se requirieron de espacios de diferente naturaleza, desde las grandes plazas de centros ceremoniales hasta espacios íntimos. En los vestigios arqueológicos de algunas ciudades mesoamericanas como Teotihuacan, Xochicalco, Monte Albán, Chichén Itzá, se observa que en sus grandes plazas existían plataformas con una función específica: ofrecer espacio a un evento ritual, dancístico o gladiatorio para ser visto por una multitud. Asimismo, en ciudades del mundo maya, como es el caso de Tikal, existen espacios de representación con enorme analogía con la espacialidad que desarrolló la cultura griega en su momento.6

La iconografía plasmada en vasijas, códices o pinturas murales de las principales civilizaciones prehispánicas advierte que máscaras, disfraces y vestuario ritual, eran empleados durante las representaciones. Un último elemento a considerar es la textualidad, que podría señalar si existió la teatralidad en los antiguos pueblos de Mesoamérica: la presencia del texto maya-guatemalteco el Rabinal Achí. Esta pieza, encontrada en el siglo XIX, proporciona una serie de elementos que permiten afirmar que entre los indígenas americanos se desarrolló un complejo fenómeno de representación, organizado en un evento dancístico-textual. Éste ofrecía la representación del conflicto entre deidades, seres supremos o guerreros de alta condición social.

Es importante reflexionar sobre la presencia de formatos de representación en diferentes culturas, ya que permitirá valorar el fenómeno teatral, así como las expresiones de representación que cada cultura articula para sus propias necesidades, tanto en su pasado como en su presente.


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