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2.1.4 Mito y rito

La Bruja

La Bruja, de Salvatore Rosa, circa 1646.

El mito no sólo tiene semejanzas con la ideología, sino también con la religión, el arte y todas las áreas de lo simbólico. Las relaciones entre el mito, la religión y el rito son tal vez las más fáciles de establecer. El término religión —del latín religare, que significa "acción de ligar"— puede definirse como el conjunto de actitudes y actos por los que el humano se liga a lo divino o manifiesta su dependencia en relación con seres invisibles tenidos como sobrenaturales.

Para los antiguos, la religión es la reactualización y la ritualización del mito. El rito posee el poder de suscitar o, al menos, de reafirmar el mito. Por medio del rito, los seres humanos asisten simbólicamente al momento de la creación; de esta forma, se benefician de todas las fuerzas y energías que emanaron en los orígenes.

El rito toma, en este caso, el sentido de una acción esencial y primordial por medio de la referencia que establece entre lo profano y lo sagrado. Al rememorar, actualizar y renovar los mitos por medio de ciertos rituales, el individuo se vuelve apto para repetir lo que los dioses y los héroes hicieron en los orígenes.

Desde la perspectiva del pensamiento mítico, conocer el origen de las cosas (de un objeto, de un nombre, de un animal o planta) equivale a adquirir sobre ellas un poder mágico, gracias al cual es posible dominarlas, multiplicarlas o reproducirlas a voluntad. El retorno a los orígenes por medio del rito significa la posibilidad de volver a tener acceso a las fuerzas que surgieron en esos mismos orígenes. No en vano en la Edad Media muchos cronistas comenzaban sus historias con el origen del mundo. La finalidad era recobrar el tiempo primordial y las bendiciones que irrumpieron illo tempore.


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