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1.2.4 Para leer textos literarios

La impresión de libros, de 
Daniel Chodowiecki, circa 1770.

La impresión de libros, de Daniel Chodowiecki, circa 1770.

Además de tener presentes los factores históricos que condicionan la producción de los textos y las formas en que éstos son recibidos, un lector competente —es decir, capaz de leer eficazmente— debe estar familiarizado con las convenciones del género al que pertenece el texto que se dispone a leer, de manera que pueda prever algunas de las propiedades que aseguran su funcionamiento y sentido. No se puede leer de la misma manera un poema, una obra de teatro, un ensayo o una novela, puesto que se rigen por normas específicas.

Asimismo, el lector que se enfrenta a un texto literario debe estar dispuesto a aceptar las maneras particulares en que cada género produce significación. Por ejemplo, mientras que en un relato se espera la construcción temporal de un mundo de acción humana que contrasta con el mundo "real", en un poema resultan esenciales el ritmo y la imagen poética, cuya lógica y coherencia no se ajustan a las del discurso racional.

Por otra parte, es preciso distinguir en los textos narrativos los distintos niveles de realidad que fácilmente podrían confundirse: el narrador no es el autor "real" del relato; los personajesy las situaciones son ficticias; aunque el relato parezca dirigirse al lector, no se tratadel lector "real", de carne y hueso, etcétera.

Al entrar en contacto con un relato o un texto dramático, el lector o espectador debe estar dispuesto a la suspensión de la incredulidad, como decía el poeta Coleridge, para así creer o aceptar situaciones fantásticas, paradójicas o contradictorias, y buscar en ellas una coherencia profunda y una significación que rebasa, con mucho, lo meramente literal.

Asimismo, Luz Aurora Pimentel ha señalado que es importante que el lector posea una buena memoria, pues la lectura se desarrolla en el tiempo, y el recuerdo de lo ya leído resulta vital para poder generar conjuntos de significados complejos a partir de las informaciones parciales que el lector va recabando en su recorrido por el texto.

Finalmente, la teoría de la recepción ha hecho hincapié en que el buen lector es aquel que no se aferra a sus convicciones, creencias y valores, sino que mantiene una actitud de apertura y flexiblidad que permite que el texto lo cuestione, le aporte nuevos horizontes y, con ello, se abra a su poder transformante.


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