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1.2 Leer

María Magdalena en el desierto

María Magdalena en el desierto, de Emmanuel Benner, 1886.

1.2.1 ¿Qué es leer?

Aunque no sea perceptible a simple vista, el acto de leer o escuchar un texto pone en marcha un complejo mecanismo mental, afectivo y emocional en los lectores u oyentes. Pero es necesario aclarar que los textos orales y los escritos suponen distintas formas de apropiación de su estructura y contenido. Los textos orales son expresados por alguien que establece una comunicación directa con sus interlocutores; éstos reciben el texto en una amalgama de voz —modulada con distintos matices expresivos y entonaciones—, gestos y movimientos corporales. Debido a que la transmisión de los textos se hace por medio del sonido, la experiencia del receptor siempre es fugaz, instantánea. Si bien las formas orales son características de las culturas antiguas, sobre todo antes de la invención de la escritura, a lo largo de la historia se han cultivado y mantenido muchas expresiones de esta tradición, de la que forman parte mitos, leyendas, cuentos populares, chistes, corridos, romances y adivinanzas, entre otros géneros todavía vigentes.

Por su parte, el texto escrito se ofrece al lector como una forma material visible, siempre separada de su autor: como inscripción de signos en un espacio determinado, constituido por las páginas de un libro, una revista, un periódico o la pantalla de una computadora, entre otras posibilidades. Frente a un texto escrito, el lector se repliega sobre sí mismo, dando rienda suelta a la imaginación y al pensamiento sin que el texto pueda responderle o replicarle nada. Dado que el texto queda fijo en el espacio gracias a la escritura, el lector tiene la posibilidad de volver a él y reflexionar sobre las palabras que lo constituyen, su distribución y organización.

En este apartado únicamente se hará referencia al texto escrito y la peculiar relación que establece con su lector, sin que ello signifique restar importancia y valor al texto oral.

El texto escrito sólo despierta a la vida cuando alguien lo lee y le confiere significado. Un mismo texto puede dar origen a múltiples significados, aunque la letra, la estructura y la forma textual permanezcan sin cambios; esto se debe a que su sentido se encuentra en constante transformación por factores como los siguientes:

Existen dos condiciones que imponen límites al acto de lectura: las convenciones de lectura de una comunidad determinada y las formas discursivas y materiales del texto. No obstante, la esencia de esta actividad —sobre todo aquella que se realiza en silencio y en soledad— constituye un ejercicio de apropiación y de libertad que permite al lector explorar posibilidades de significación no previstas por el texto.


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