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4.3.3 Crisis del petróleo y endeudamiento: la década perdida para América Latina y los países del tercer mundo

En 1973, los principales países productores de petróleo reunidos en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) subieron unilateralmente el precio del petróleo.67 Esto generó además de una crisis en Estados Unidos y los países desarrollados, un gran flujo de dinero que los gobiernos de los países del tercer mundo absorbieron en forma de deuda externa. De esta manera, para los años setenta todos los países tercermundistas estaban endeudados profundamente. En 1990 se los podía clasificar desde los tres gigantes de la deuda internacional (entre 60 000 y 110 000 millones), que eran Brasil, México y Argentina, pasando por los otros veintiocho que debían más de 10 000 millones cada uno, hasta los que sólo debían 1 000 o 2 000 millones.68

En 1980 se produjo la crisis de la deuda, cuando se dio la súbita interrupción de los préstamos externos, lo que significó que los países latinoamericanos tuvieran que comenzar a pagar los servicios de la deuda externa con los ingresos de la exportación y no con préstamos adicionales. De este modo, América Latina se vio obligada a interrumpir su crecimiento basado en la deuda e implementar un proceso de ajuste drástico para recomponer los crecientes desequilibrios interno y externo. Un ajuste recesivo puso fin al periodo más largo de crecimiento económico sostenido de la región.69

Cuando México suspendió el servicio de su deuda externa en agosto de 1982, los mercados financieros internacionales se percataron del hecho de que los países latinoamericanos se habían endeudado más de lo sostenible y los bancos internacionales habían prestado bastante por encima del nivel razonable de riesgo.70 El sistema bancario occidental se halló al borde del colapso, debido a que los préstamos habían sido realizados con tal descuido que los bancos más importantes se encontraban técnicamente en ruinas. Por suerte para los países ricos, Argentina, Brasil y México no se pusieron de acuerdo para actuar de manera conjunta, haciendo arreglos por separado para renegociar deudas, y los bancos, apoyados por los gobiernos y las agencias internacionales, dispusieron de tiempo para amortizar de forma gradual sus activos perdidos y mantener su solvencia técnica. Aunque las deudas eran prácticamente insaldables, mientras los intereses siguieran fluyendo (9.6% en 1982 según UNCTAD), les importaba poco.71

De esta manera se abre la posibilidad de que los organismos internacionales introduzcan sus políticas haciendo prevalecer la ortodoxia del libre mercado por encima de los intereses sociales y políticos de la nación, lo que provocará a partir de entonces las llamadas reformas neoliberales que asolaron y destruyeron gran parte de lo que se había logrado conquistar en los decenios anteriores.72


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