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1.3.1 Validez

Es una característica que atribuimos exclusivamente a la estructura o forma de los argumentos deductivos. Dado que la validez es una propiedad de la estructura de un argumento, se la atribuimos a éste como un todo; esto significa que no podemos caracterizar como válidas a las premisas o a la conclusión de manera aislada. La validez es una propiedad que se atribuye a un argumento cuando el paso de sus premisas a su conclusión es necesario; una exigencia tan fuerte como ésta sólo puede ser satisfecha por los argumentos deductivos que, como vimos, tienen la característica de que los elementos de su conclusión no superan lo que está contemplado en sus premisas.

La lógica ha desarrollado instrumentos para el estudio específico de la estructura válida de los argumentos deductivos y su forma más acabada la encontramos en los sistemas formales, que aquí no revisaremos. Sin embargo, existe una manera de captar intuitivamente cuándo estamos ante un argumento deductivo válido. Sólo es necesario responder lo siguiente: Si suponemos que las premisas de este argumento son verdaderas, ¿estamos obligados a aceptar la verdad de la conclusión?

Validez significa que “hay un paso necesario de premisas a conclusión”, y la pregunta anterior nos ayuda a comprender cómo se satisface ese rasgo de “necesidad” que tienen las estructuras deductivas. En la pregunta se parafrasea la idea de “paso necesario” por “estar obligado a”; lo que ayuda a captar esa obligación es el hecho de relacionar las premisas y la conclusión con enunciados verdaderos. Pero hay que aclarar que no estamos afirmando con ello que siempre que construimos un argumento sólo utilizamos enunciados verdaderos; esto no es necesario. Para captar la validez de un argumento es suficiente con suponer que las premisas son verdaderas, para después verificar si estamos obligados a aceptar que la conclusión también es verdadera. Por eso, antes de plantear la pregunta se afirmó explícitamente que partimos del supuesto de que las premisas son verdaderas.

Si la respuesta a la pregunta ¿estamos obligados a aceptar la verdad de la conclusión? es afirmativa, entonces la estructura del argumento es válida; y si la respuesta es negativa, significa que la estructura es inválida.

Subrayemos que, al responder la pregunta formulada, no es necesario que el contenido de las premisas del argumento sea de hecho verdadero; basta con suponer que lo es. Para tener mayor claridad acerca de la noción intuitiva de validez veamos el siguiente argumento:

Pedro es ingeniero y practica natación.
Por lo tanto, Pedro practica natación.


Preguntemos:
Si suponemos que las premisas de este argumento son verdaderas, ¿estamos obligados a aceptar la verdad de la conclusión?

Pensemos: Si es verdad que Pedro es ingeniero y es verdad que Pedro practica natación, tenemos dos afirmaciones verdaderas. Si nos fijamos, en la conclusión hay sólo una de esas dos afirmaciones, y como aceptamos que era verdadera en la premisa, entonces tenemos  que admitir que también debe serlo en la conclusión, o nos estaríamos contradiciendo. Por ello, tenemos que reconocer que la verdad de la premisa de este argumento obliga a aceptar la verdad de su conclusión. Por tanto, se trata de un argumento válido.

Veamos otro argumento:

Alejandra es gerente de una sucursal o es vicepresidente del banco.
Por tanto, Alejandra es vicepresidente del banco.


Preguntemos:
Si suponemos que las premisas de este argumento son verdaderas, ¿estamos obligados a aceptar la verdad de la conclusión?

Pensemos: Hay que notar que este argumento no es como el anterior, en el que se afirmaban dos acontecimientos. En éste se habla de la posibilidad de dos acontecimientos, pues los enunciados están relacionados por una letra “o” que establece posibilidades o alternativas; a esto le llamamos estar en disyunción (a diferencia del ejemplo anterior, en el que las afirmaciones estaban relacionadas con una letra “y” que indica la unión de las dos). La premisa reporta que puede ser verdadero que Alejandra sea gerente de una sucursal, o bien, que sea vicepresidente del banco. Basta con que una de las dos posibilidades sea cierta para que consideremos que la disyunción entre las dos afirmaciones es verdadera. Tal y como está el argumento, contemplando sólo la información de la premisa, vemos que no nos ofrece garantía de que la conclusión tenga que ser verdadera, puesto que aunque la disyunción lo sea (porque Alejandra efectivamente satisfaga alguna de las dos alternativas), no hay elementos que nos obliguen a aceptar que la alternativa que satisface la disyunción es la que afirma que Alejandra es vicepresidente del banco. El que no estemos obligados a aceptar la verdad de la conclusión nos está indicando que el argumento no tiene una estructura válida: de la verdad de la premisa puede seguirse una conclusión falsa al considerar, por ejemplo, que Alejandra es únicamente gerente de una sucursal.


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