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1.3 EVALUACIÓN DE ARGUMENTOS

El bañista

El bañista, de Gustave Caillebotte, 1877.

Una vez que podemos reconocer que hay distintos tipos de argumentos, así como las situaciones en las que se emplean, ¿cómo podemos reconocer cuándo estamos ante buenos argumentos?

Antes de contestar esta cuestión, hay una pregunta previa que debemos responder: ¿qué entendemos por “buenos argumentos”? No es una pregunta de fácil respuesta. Es necesario tener claras las motivaciones que llevan a la generación de argumentos, porque no sólo interesa tener estructuras impecables que muestren en qué casos está justificado el paso de premisas a conclusión. Interesa también que aquello de lo que se habla sea verdadero o, al menos, verosímil; pero además, debería ser pertinente y relevante de acuerdo con la situación que se está considerando y las particulares circunstancias de su producción. Incluso pueden interesar otros factores cercanos a la creación del argumento, como considerar las repercusiones emocionales y éticas que tiene, tanto en el productor como en el receptor del argumento.

Ofrecer criterios exhaustivos para la evaluación de los argumentos tomando en cuenta todas las consideraciones anteriores es una tarea enorme que, de hecho, aún está en proceso por parte de los especialistas. En lugar de ello, aquí podemos ocuparnos de una tarea más modesta y considerar cuáles son los criterios mínimos que nos permiten reconocer cuándo debemos rechazar un argumento o, por lo menos, cuándo debemos poner en tela de juicio su aceptación. Para ubicar esos criterios mínimos hay que tomar en cuenta las consideraciones de estructura, contenido y contexto que están presentes en un argumento. Con base en ellos destacamos los siguientes criterios:

Respecto de su estructura: que cumplan con la validez en el caso de argumentos deductivos, y que cumplan con una estructura aceptable en el caso de argumentos no deductivos.
Respecto de su contenido: que las premisas tengan un contenido verdadero o al menos verosímil, y que la información proporcionada sea suficiente respecto de lo que se afirma en la conclusión.
Respecto de su contexto: que las premisas aporten información relevante para sustentar la conclusión, tomando en cuenta el contexto de generación del argumento.

Los conceptos asociados con la evaluación de argumentos son entonces los siguientes: validez, aceptabilidad, verdad, verosimilitud, suficiencia y relevancia. Veamos cada uno de ellos.


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