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6.3.5 ¿Es necesario un Estado de Derecho?

John Locke, filósofo inglés del siglo XVII, justificó la necesidad de un Estado en los siguientes términos: los conflictos que surgen entre los individuos requieren de una figura externa capaz de juzgar de manera imparcial la situación, es decir, una figura que no haga distinciones entre las personas y que aplique la misma ley para todos. Así, ante un mismo agravio, esta figura aseguraría la impartición de un mismo castigo siempre, evitando así la parcialidad y la arbitrariedad.

En este sentido, es necesario un Estado en el que se cumplan las leyes a cabalidad; de otra manera, la convivencia social sería imposible, cada quien se haría justicia por su propia mano y habría enfrentamientos constantes entre unos y otros. A esto hay que agregar que, en un Estado de Derecho, el cumplimiento de las leyes no sólo es para los ciudadanos, sino también para el Estado mismo. Si éste no ejerciera su autoridad basado en leyes legítimas, entonces cualquier grupo social tendría el derecho a desacatar su autoridad y rebelarse, como sucedió en la Revolución mexicana. En otras palabras, una condición mínima de la existencia de un Estado es cumplir a cabalidad con las leyes legítimas que éste se impone. Por ello, al Estado de Derecho se lo asocia con la idea del imperio de las leyes: éstas deben ser respetadas y acatadas por todos, tanto por gobernantes como por gobernados.

Las leyes están escritas para que sean claras y puedan ser conocidas por todos. Gracias a que son públicas, nadie puede argumentar su ignorancia como excusa para no asumir la responsabilidad de sus actos. Por eso es importante conocer las leyes que nos rigen, ya que, al ser públicas, se deben aplicar a todos por igual, sin ningún pretexto. Que las leyes deben ser además legítimas quiere decir que deben tener aceptación pública, es decir, ser convenidas y escritas mediante un proceso que toda la gente pueda reconocer como correcto. Tenemos así que las leyes deben ser positivas y legítimas; de estas dos características es, precisamente, de donde surge su carácter obligatorio.

El filósofo alemán Immanuel Kant planteó que una voluntad se somete a la ley, sólo si ella misma es la legisladora; en otras palabras, sólo si participa en la creación de esa ley. Esta participación puede ser de diversos tipos y ha variado a lo largo de la historia. Actualmente, en el caso de México, es a partir de la elección de representantes en las dos Cámaras que se conforma el Poder Legislativo; en esta elección pueden participar todos los mexicanos que tengan mayoría de edad.


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