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6.2.4 Más allá de la polémica liberalismo-comunitarismo

La polémica liberalismo-comunitarismo es muy amplia. Por lo que se refiere a la relación individuo-sociedad, cada una de estas visiones ofrece una perspectiva distinta para pensar la relación con los otros. Tanto desde el planteamiento de la autodeterminación (que privilegia al individuo) como desde el de la libertad situada (que enfatiza el ámbito social) podemos explicar nuestra interacción con los demás.

Ha habido diversos intentos por tratar de reconciliar o superar ambas posturas, como es el caso del pensamiento republicano contemporáneo. Al igual que el liberalismo y el comunitarismo, hay distintos tipos de republicanismos, pero en general se puede definir como una concepción política que se inspira en el ideal de la república, entendiendo por ella una comunidad política de ciudadanos soberanos fundada tanto en el derecho como en el bien común. Es decir, recupera algunos elementos del liberalismo, como la defensa de los derechos del individuo y el combate a la tiranía, pero también algunos elementos del comunitarismo en la medida en que los intereses individuales deberían coincidir —o al menos no contraponerse— con los intereses de la colectividad de la que se forma parte.

Por una parte, en el liberalismo podemos ubicar la pretensión de distinguir tajantemente las esferas de lo público y lo privado, lo político y lo personal, en donde los individuos de alguna manera preexisten a cualquier organización social, por lo que se reclama la menor interferencia del Estado y que la política para el bien común reconozca un límite infranqueable en los derechos individuales. Del comunitarismo, por otra parte, se destaca una preocupación prioritaria por las políticas a favor del bien común que puede justificar incluso el desplazamiento de los derechos individuales fundamentales en nombre del interés general y, básicamente, que la guía para la toma de decisiones futuras se encuentra en el pasado, en los orígenes de la comunidad a la que se pertenece.

El republicanismo se distinguiría de ambas posiciones extremas, pero recuperaría algunos de sus principales aciertos. Por el lado del liberalismo, si bien se cuestiona la separación de lo público y lo privado, así como la preeminencia del individuo sobre la sociedad, el individuo debería seguir jugando un papel crucial en tanto problema público, no privado. De hecho, la salud pública del Estado depende de ciertas cualidades del ciudadano. Por el lado del comunitarismo, si bien cuestiona el énfasis puesto en la tradición y el pasado, recupera la visión social del individuo y la necesidad de reconocer las identidades culturales diversas.

Ejercer el poder con el fin de lograr el interés común, conformar la voluntad soberana de acuerdo con reglas, y obrar por el bien común en la medida en que todos se consideran iguales entre sí, son algunos de los rasgos fundamentales del republicanismo contemporáneo. Su tesis central radica en que la virtud cívica de los ciudadanos, entendida como la disponibilidad y capacidad de servir al bien común — virtud cívica que no es entendida como sacrificio o renuncia por parte de los individuos—, es el fundamento de un gobierno republicano. Ya para los republicanos florentinos del siglo XV, la virtud cívica es el fundamento de la vida privada, lo que la hacía placentera y segura; para Maquiavelo, los ciudadanos republicanos aman vivir en libertad y por ello sirven al bien común, porque quieren gozar en paz de la vida privada. En este sentido, los ciudadanos virtuosos no sacrifican nada; por el contrario, al pensar en los intereses privados y en los públicos estarían acrecentando ambos. Como lo ha señalado Maurizio Viroli, la virtud cívica es una virtud para hombres y mujeres que desean vivir con dignidad, y que saben que no se puede vivir con dignidad en una comunidad corrupta, por eso hacen lo que pueden (cuando pueden) para colaborar en la construcción de una libertad común, como practicar su profesión con conciencia, vivir la vida familiar con base en el respeto recíproco, asumir los deberes cívicos sin que ello implique tener que ser dóciles, ser capaces de movilizarse para impedir la aprobación de una ley considerada injusta o para presionar a un gobernante a enfrentar algún problema de interés común, ser activos en diversos tipos de asociaciones, así como buscar entender, conocer y discutir el desarrollo de la política nacional e internacional. 


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