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6.2 LA RELACIÓN INDIVIDUO-SOCIEDAD

La plaza del teatro francés

La plaza del Teatro Francés, de Camille Pisarro

, 1898.

En nuestra vida cotidiana siempre interactuamos con otros seres humanos. Ya sea con gusto o no, por obligación o por placer, todos los días nos encontramos viviendo en sociedad. Desde los integrantes de nuestra familia, los vecinos, los que atienden los negocios a los que normalmente vamos a hacer nuestras compras, los conductores del transporte público, hasta los compañeros de la escuela o del trabajo, toda nuestra vida se desarrolla —y nosotros con ella— en estrecha relación con otras personas.

Es muy difícil imaginarnos vivir completamente fuera de la sociedad. Incluso si nos pudiéramos ir lejos y ser ermitaños, no sólo en los posibles y esporádicos encuentros con peregrinos o viajeros, sino en la propia formación que hubiéramos alcanzado antes de refugiarnos en la soledad, se manifestaría nuestro carácter social.

El carácter social nos acompaña toda la vida aunque en algunas ocasiones, desde nuestra individualidad, podamos verlo como algo que nos es ajeno, impuesto o incluso prescindible. ¿Por qué vivimos en sociedad? ¿Por qué la convivencia con las otras personas, al mismo tiempo que necesaria, también puede llegar a ser conflictiva?


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