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5.3.1 Crisis de producción


El toyotismo y la crisis productiva de los años setenta

Cuando, en los años 1973 y 1974, el sistema económico keynesiano y el sistema productivo fordista dieron cuenta de un agotamiento estructural, las miradas en la producción industrial comenzaron a girar al modelo japonés. Éste le permitió a la industria japonesa pasar del subdesarrollo a la categoría de potencia mundial en sólo dos décadas. Los ejes centrales de ese modelo lograron revertir la crisis que se presentaba en la producción en serie, conocida como fordista. Estos ejes fueron: 

Flexibilidad laboral y alta rotación en los puestos de trabajo/roles.

Estímulos sociales, por medio del fomento al trabajo en equipo y la identificación entre jefe-subalterno.

Sistema just in time, que revaloriza la relación entre el tiempo de producción y la circulación de la mercancía por medio de la lógica de menor control del obrero en la cadena productiva, y un aceleramiento de la demanda que acerca al stock cero y permite prescindir de la bodega y sus altos costos por concepto de almacenaje.

Reducción de costos de planta, que permite traspasar esa baja al consumidor y aumentar progresivamente el consumo en las distintas clases sociales.

Idealmente, la manera en que se manifiesta esa nueva concepción vinculación/ejecución tiene que ver con una economía, con un crecimiento aceptable y un control amplio de mercados externos. A pesar de que sólo un pequeño grupo de países cumple con ese escenario, el toyotismo también ha manifestado formas híbridas en otros países con el objetivo de perseguir la reducción de costos y el estímulo social a los trabajadores. El toyotismo se convirtió en una importante estrategia del neoliberalismo. Algunas de las características en este contexto son:

Desaceleración en la innovación tecnológica en términos de creatividad y reconfiguración permanente de la cosmovisión. En ese escenario, el crecimiento se presenta en el plano de la nanotecnología (reducción progresiva del tamaño de los chips para mayor confortabilidad y ahorro) y la biotecnología. (Al estar en manos privadas se desconoce si su uso será mayoritariamente para el beneficio científico o para un programa dual de redireccionamiento bélico —armamento biológico— y prestación utilitarista de mercado.)

La caída generalizada de salarios, la desprotección creciente del Estado de bienestar, la potencialización del individualismo y el desempleo estructural, entre otros factores, minan la contención ideológica del trabajador de la época toyotista disminuyendo la productividad esperada.

Un concepto importante para comprender la reexpansión de la producción a nivel mundial es el de la internacionalización productiva que consiste en el proceso de expansión internacional del capital, como resultado de la tendencia a extenderse o reproducirse para obtener más capital. La internacionalización productiva se lleva a cabo con la descomposición y diseminación internacional de los procesos productivos, obra de las grandes empresas transnacionales o, dicho de otra forma, la división en diferentes países de los procesos productivos de una empresa para abaratar costos, ganar mercado, tener mejor aprovisionamiento o mejores políticas estatales en favor de las empresas transnacionales.

El origen aproximado de la internacionalización productiva se encuentra en la segunda mitad del siglo XIX, cuando las grandes empresas de los países más industrializados se lanzaron a controlar los yacimientos de materias primas de otros países, de los que ellos eran clientes. De esa forma, se convirtieron en propietarios de los yacimientos de materias primas y abarataron los costos. Lo que estas empresas no sabían era que gracias a este hecho se inició la industrialización productiva, el fenómeno que revolucionó la economía mundial. Al principio, las empresas sólo se internacionalizaban para conseguir materias primas a menor costo; más adelante trasladaron su producción a países extranjeros para entrar en los mercados exteriores sin tener que pasar por aranceles o medidas proteccionistas que les impidieran mantener fluidas relaciones comerciales con ese mercado.

Una importante causa de la proliferación de la internacionalización productiva fue la creación de las sociedades anónimas, que tenían muchísimo capital líquido y necesitaban invertir para convertir esa liquidez en un aumento de la producción, o, lo que es lo mismo, siguiendo la condición de existencia del capital, para reproducirse. Y tal vez, al ver que esas nuevas sociedades anónimas eran muy rentables, los pequeños inversionistas también empezaron a introducir sus ahorros en el mundo bursátil, frente a la falta de demanda y el exceso de liquidez, ya que no encontraban sitios donde invertir los desmesurados montos de dinero en su posición.

Uno de los mayores logros de la internacionalización productiva fue la creación de organismos para las relaciones internacionales. Por ejemplo, se crearon instituciones como las Naciones Unidas (ONU), la OTAN, y, en ámbitos económicos, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT). Este último repercutió de manera importante en la internacionalización productiva; el GATT es un acuerdo entre países, principalmente entre los aliados vencedores de la segunda guerra mundial, que fomentaba el libre comercio entre ellos, así como la libre circulación de capital y factores productivos. Para tal efecto, se abrieron las barreras para que la internacionalización productiva se propagase de manera rápida y eficaz en esos países. De una forma no tan directa, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial también empujaron hacia la internacionalización productiva. Como consecuencia de ello, los países se desarrollaron y abrieron sus barreras proteccionistas, lo que posibilitó la entrada de capital extranjero. Eran los años del Estado de bienestar.

A partir de la década de 1990 la internacionalización productiva se dirige a otros lugares, como las repúblicas ex soviéticas y los países latinoamericanos. Por tal razón, se abren importantes mercados para la Inversión Extranjera Directa (IED) de manera rápida y contundente, para tapar los agujeros de las grandes industrias que el Estado había dejado de operar. De tal modo, estos países recibieron con los brazos abiertos a las empresas transnacionales que aterrizaron con mucha fuerza en los nuevos mercados tomando el control de las antiguas industrias estatales y, lo más importante, el control del mercado al cual tenían que abastecer.

En la actualidad, sobre todo en países en vías de desarrollo, todavía existe una creciente internacionalización productiva por medio de la IED; pero lo que manda ahora es la internacionalización financiera: los países desarrollados vuelven a tener exceso de liquidez y, en vez de invertir en la producción, invierten en el espacio financiero, lo que provoca que los índices bursátiles tengan un gran protagonismo en nuestros días como fuente de riqueza. También los nuevos países industrializados empiezan a ver cómo muchas empresas foráneas están creciendo desmesuradamente e internacionalizándose de manera rápida, pero son casos de economías muy particulares como la de China, Brasil, India o países de la cuenca asiática respaldados por Japón.


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