conocimientos fundamentales

| ciencias sociales | la sociología

Página anterior Página siguiente





1.2 SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO


El transporte de las fuerzas

El pueblo a la Universidad, la Universidad al pueblo

, mural en el edificio de rectoría de la UNAM, de David Alfaro Siqueiros, 1952 – 1956.

Las nociones con las que los científicos sociales caracterizan a las sociedades contemporáneas son muy diversas: posmodernidad, modernidad tardía, modernidad reflexiva, sociedad del conocimiento, sociedad del riesgo, entre otras. A pesar de sus diferencias, todas convergen en un punto: la centralidad que le otorgan al conocimiento experto y a las consecuencias sociales de su producción, aplicación y transmisión.

El conocimiento es, sin lugar a dudas, un universal antropológico, es decir, una capacidad que poseen los seres humanos como especie. La acción de los seres humanos se basa en el conocimiento, por tanto, éste es un componente fundamental de cualquier sociedad y siempre está presente, incluso en las relaciones sociales más sencillas. En consecuencia, la cohesión y reproducción de todo grupo social depende de que sus miembros adquieran el conocimiento que resulta importante para el grupo, así como que dicho conocimiento guíe sus decisiones y acciones. Siendo así, la reproducción de la especie humana nunca se limita a la reproducción física, implica la reproducción tanto de la base material como cultural de la sociedad, y dichas bases siempre tienen incorporadas diversas formas de conocimiento.

Ahora bien, a pesar de que es un hecho que el conocimiento siempre ha sido tanto un producto social como un componente de todas las sociedades humanas, la producción exponencial de saberes ha permitido el desarrollo de la ciencia y la tecnología modernas, lo que, a su vez, ha transformado a las sociedades contemporáneas de maneras impensables hasta hace apenas unas décadas, y a un ritmo que la humanidad no había experimentado antes. La profundidad de estos cambios permite afirmar que las características centrales de la modernidad han cambiado. Un debate que se ha desarrollado, no sólo en la sociología sino en el conjunto de las ciencias sociales respecto a este tema, radica en saber si dichas características se han trascendido o profundizado. Los defensores de la primera posición argumentan que las sociedades contemporáneas son sociedades posmodernas; quienes, en cambio, afirman que las características que definen a la modernidad se han profundizado, sostienen que nos encontramos en un periodo de modernidad tardía o radicalizada.

A pesar de los desacuerdos entre los defensores de las diferentes posturas, lo que resulta innegable es que las transformaciones económicas, sociales, culturales y políticas de las sociedades actuales se relacionan directamente con las diversas maneras en que el conocimiento experto ha penetrado en todos los ámbitos de la vida de sus miembros, y en ese sentido es que puede afirmarse que son sociedades de conocimiento. En consecuencia, podemos decir que, mientras históricamente las sociedades se han estructurado alrededor del flujo de energía (animal, humana o fósil), hoy lo hacen en torno a flujos de conocimiento e información.

Al iniciar este capítulo sostuvimos que para la sociología ha sido muy importante, en su análisis de la modernidad, el reconocimiento de sus múltiples dimensiones institucionales; es decir, que la disciplina ha incorporado a sus teorías y diagnósticos sobre la modernidad el análisis del capitalismo y la división del trabajo, la producción industrial, los estados nacionales y la burocracia. Todas estas dimensiones han sido profundamente transformadas por la incorporación del conocimiento experto a sus funciones, métodos y normas. Pero no sólo las dimensiones institucionales han cambiado, también las relaciones interpersonales lo han hecho, los estilos de vida y las identidades individuales se han transformado gracias a la dinámica de incorporación, transmisión y reproducción del conocimiento.

En la década de los años setenta, el sociólogo estadunidense Daniel Bell describió los principales cambios que la implementación del conocimiento ha provocado en el ámbito de la producción material. Éstos se relacionan con el hecho de que la producción industrial, en la que la coordinación de trabajadores y máquinas para la producción de mercancías ocupa un lugar central, pierde importancia en la economía frente al sector de servicios. El resultado es que la división del trabajo también cambia, y la ocupación comienza a inclinarse hacia las clases profesionales y técnicas. Surgen, además, nuevas industrias basadas en la ciencia y la tecnología, como las industrias de la información, que se vuelven indispensables para el funcionamiento de la economía, la educación, la formación de la opinión pública, entre otros ámbitos. El conjunto de estos cambios permite afirmar que las sociedades industriales se convirtieron en sociedades postindustriales y, por tanto, que las dimensiones de la modernidad relacionadas con este ámbito, como la estratificación, la división del trabajo y la riqueza, se han transformado profundamente por la incorporación del conocimiento científico y tecnológico a la producción, que se convierte, en sí mismo, en un recurso indispensable tanto para los individuos como para las sociedades.

Con respecto a los estados nacionales y la burocracia, es evidente que éstos también han experimentado cambios muy profundos por la incorporación del conocimiento experto. No sólo porque el ejercicio del poder político se vincula con el acceso de los individuos y los grupos al conocimiento, modificando de manera muy importante las estructuras de poder y las jerarquías, sino también porque cada vez más el diseño y la implementación de las políticas públicas incorporan el conocimiento de especialistas. La salud, la educación, la seguridad social, la energía, por mencionar algunos de los sectores más importantes, requieren para el logro de sus metas sociales la incorporación del conocimiento de expertos de las más diversas áreas: la medicina y las ingenierías, la economía y la administración, la ciencia política y la sociología, entre muchas otras.

Esta incorporación del conocimiento se convierte en un requisito para que dichas políticas sean legitimadas y aceptadas por la población. Por ello, en las sociedades actuales los debates entre especialistas sobre la adecuación y eficacia de las decisiones técnicas tomadas por los grupos en el poder son una constante, y de ahí la importancia, también, de que la población en general tenga acceso al conocimiento que le permita participar de manera informada en dichos debates.

Además de estos cambios en las formas en que se ejerce el poder, hay otra vía por la cual el conocimiento experto modifica de manera muy importante la vida de los individuos. El acceso a los medios masivos de comunicación, la divulgación del conocimiento científico y la incorporación de dicho conocimiento a la mayoría de las esferas de la vida cotidiana, transforman profundamente no sólo las acciones de los individuos de las sociedades actuales sino también la concepción que tienen de sí mismos y la forma en que se relacionan con los demás.

Para ilustrar este hecho podemos recurrir al ejemplo de la psicología. La apropiación que amplios sectores de la población han hecho de algunos de los conceptos producidos por esta disciplina relacionados con la formación de la personalidad, la salud psíquica, el desarrollo de las capacidades individuales, entre otros, ha transformado la manera en que los padres educan a sus hijos, la forma en que se establecen las relaciones de pareja y entre familiares, así como las acciones que los individuos realizan para diseñar sus planes de vida y llevar a cabo sus metas. Lo anterior constituye un caso muy claro en que el conocimiento producido por una disciplina científica se encuentra ya incorporado a la vida cotidiana y, sin lugar a dudas, dicha incorporación mejora la calidad de vida de los individuos y los grupos. Pero la aplicación del conocimiento experto no necesariamente tiene consecuencias positivas. Hoy sabemos que el mayor conocimiento de la naturaleza y la vida en sociedad, en constante revisión ante nuevos conocimientos, paradójicamente, también ha generado incertidumbre y resultados negativos. El desarrollo de la tecnociencia ha producido riesgos, como la contaminación del medio ambiente, la posibilidad real de la aniquilación del género humano por medio de la destrucción nuclear, o el agotamiento de las fuentes naturales de energía. Estas situaciones requieren hoy acciones conjuntas de la sociedad mundial para hacerles frente de manera pronta y eficaz.


Inicio de página