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4.2.1 Medios de expresión

En el arte como lenguaje o forma de expresión, los medios no son sólo los de carácter material o los que hacen referencia a las técnicas o los instrumentos para producirlo. En el caso de la pintura la expresión se alcanza a partir de figuras y colores en el espacio; la poesía hace uso de sonidos articulados en el tiempo y configurados en las palabras, que producen un impacto emocional en el lector u oyente por la energía y fuerza de las imágenes a las que remite. En el caso de las artes visuales esa energía se hace patente cuando se aprecia en un conjunto escultórico; por ejemplo, en el Laocoonte —obra perteneciente al periodo helenístico—, se dibuja la expresión de un dolor contenido, un dolor que prescinde del grito.

En la poesía se suceden acciones progresivas en el tiempo; en contraste, en la escultura y la pintura la acción visible queda fijada, sus diversas partes se desarrollan simultáneamente en el espacio tridimensional de una o bidimensional de la otra. La pintura, en razón de los signos que emplea o de los medios de que dispone, sólo puede combinarlos en el espacio bidimensional que le caracteriza; en consecuencia sólo ha de suscitar una referencia de temporalidad, presentando formas que sugieran una suerte de simultaneidad. Los futuristas y los cubistas intentaron elaborar imágenes que mostraran la sucesión progresiva de figuras, a manera de evidencias de un desplazamiento, mismo que sólo puede efectuarse en el transcurso del tiempo.

En ese sentido, de acuerdo con la forma y el medio con que se expresen, los lenguajes artísticos muestran los rasgos que les son propios y que, por lo tanto, distinguen una manifestación de otra. En la pintura figurativa con carácter épico, por ejemplo, se trata de representar la imagen más significativa con el fin de acentuar una determinada acción, como en el caso de la obra pictórica de Jacques Louis David, La muerte de Marat.

De acuerdo con Gillo Dorfles, los estetas y los historiadores del arte han utilizado diferentes conceptos para distinguir los rasgos propios de los lenguajes artísticos, uno de ellos es el que se refiere a la diversidad de los "medios"; es decir, a los materiales "físicos", genuinos y adecuados de que el artista se ha valido para dar cuerpo y forma a su imagen artística. Dorfles menciona que al hacer alusión al medio expresivo no se refiere únicamente al material pictórico, poético o musical, sino también al material "humano", como lo es el cuerpo en la danza o la voz y el canto en el teatro. En la danza se da esencialmente un despliegue de fuerzas corporales en interacción, ya sea grupal o individual. El espectador, desde su plano perceptual, crea y vive las imágenes o cuadros experienciales de la danza, recreados artísticamente. Citando a Dewey, Dorfles menciona que el medio material condiciona en parte a la obra, en virtud de que éste puede ser activo o pasivo. El medio puede impulsar u obstruir la creación al convertirse en un potenciador o en un obstáculo. Cuando un medio se emplea en contra de su naturaleza o se hace uso de medios que son ajenos o no son afines a la construcción de la obra, ésta queda inhibida o trunca.

En la era de la comunicación y el consumo, los medios se desarrollan y diversifican. En la música esos cambios son notorios, desde el uso de la voz directa hasta los medios electroacústicos. Este contexto ha propiciado el uso de medios alternativos que le dan a la obra artística un carácter ecléctico, al punto de utilizar medios de reciclaje. Con ello se incursiona en la cultura del reciclamiento.

Edificio
Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea del Centro Nacional de las Artes, ciudad de México. Arquitecto: Luis Vicente Flores (México)
© Barry Domínguez.

Los valores del pasado, ligados a la tradición y al sentido de la originalidad y la genialidad, han sido desplazados. La modernidad deja de existir cuando desaparece la posibilidad de seguir hablando de la historia como una entidad unitaria, tal cual lo habían concebido e impuesto los grupos de poder. Ese modelo obedece al eurocentrismo del arte y la cultura, sustentándose en el criterio de lo "avanzado" —todo aquello que no encaja con esa idea se califica como atrasado—. A los pueblos se les asignó entonces la categoría del subdesarrollo o del tercer mundo; en la actualidad se les coloca en la condición de economías emergentes.

Esta noción de lo avanzado surgió en la Ilustración, fundamentada en el poder de la razón. Consideraba a la historia humana como un proceso progresivo de emancipación del individuo hacia su realización integral en el futuro. Esa concepción se impuso desde las metrópolis, no sólo como formación académica, sino desde la pertenencia de clase, de manera tal que la pequeña burguesía y las clases medias de los países emergentes asumieron que el progreso se sustentaba bajo el modelo de desarrollo planteado por la Ilustración. Son todavía hoy las clases dominantes en estos países las que conciben este modelo de la historia, basado en el progreso.

Los medios del arte están insertos en la sociedad del conocimiento y, por ende, en la de los medios de comunicación. De acuerdo con Gianni Vattimo, la modernidad ha concluido y es posible asumir el nuevo paradigma: la posmodernidad. La idea del progreso bajo la concepción europea ha cambiado. La historia unitaria no existe más, y lo mismo pasa con respecto a la historia del arte, pues no se concibe que haya medios y estilos únicos sino diversos.

Las sociedades alternativas, llamadas emergentes, disienten de ese estilo o concepción de la historia unitaria, encaminada hacia el progreso. El final del colonialismo y el imperialismo a lo largo de los siglos XIX y XX son factores decisivos para la disolución de esa idea de la historia, así como del resquebrajamiento de la modernidad. Otro de los factores que ha incidido en este cambio ha sido el papel determinante de los medios de comunicación en la actualidad, pues en su aspecto positivo alientan el florecimiento de una sociedad más transparente, más consciente de sí, más ilustrada; en el negativo, dan cauce a una comunicación dislocada que provoca caos social —ese caos es probablemente el acicate desde donde residen y se fortalecen las esperanzas de emancipación.

En el siglo XXI surgen nuevos medios, colmados de formas y expresión artística, resultado de la comunicación y la multiculturalidad. Se ha propiciado asimismo el surgimiento de subculturas que han modificado su concepción del mundo al discordar de los postulados de la modernidad.

En nuestros días, concepciones estereotipadas sobre el arte son fomentadas por los eslóganes de la publicidad. La difusión de la Novena sinfonía de Beethoven a través de los medios de comunicación ha facilitado que se tenga un referente aproximado de ella; lo mismo sucede con el retrato de La Gioconda, de Leonardo da Vinci.

Los medios de comunicación alientan una homologación acelerada en la sociedad. Lo que no logró de manera ideológica la modernidad, los medios de comunicación lo van alcanzando a partir de la sociedad de consumo. Los valores artísticos son transformados en valores consumibles, respondiendo a la lógica del mercado. La transición de la modernidad a la posmodernidad ha propiciado el paso a otros universos culturales y, por lo tanto, a otros medios de expresión artística.

Los estratos de la sociedad que manejan los medios de comunicación se oponen a la construcción de una sociedad racional y sensible, más educada y reflexiva, en la que sonidos, imágenes, colores, movimiento, diálogos y sentido estético-artístico contribuyan a nutrir la concepción del mundo contemporáneo; en su lugar buscan generar una sociedad alienada.

Los medios de comunicación en la actualidad influyen en la formación de la opinión pública, fundamental para la toma de decisiones no sólo a nivel nacional, sino internacional. Empero, lejos de asumir una responsabilidad en el entendimiento de esta coyuntura —debido a la cantidad y rapidez con que fluye la información—, se estimula un proceso de confusión generalizada. Se da paso a un mundo en el que el individuo pierde conciencia de sí y, en su lugar, se le potencia como individuo para el "trabajo productivo" y el consumo. Los medios se abocan solamente a reacondicionarlo para que reproduzca el actual modelo dislocado. De esta manera los medios de comunicación masiva intervienen en el surgimiento de falsas identidades locales o en la radicalización de posturas entre minorías étnicas, sexuales o religiosas, culturales o estéticas. Paralelamente, sin embargo, los medios y las nuevas tecnologías dan un nuevo sello a la cultura de la posmodernidad, propiciando el nacimiento de peculiaridades significativas en la expresión artística.


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