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1.2.3 El ejercicio de la crítica

El ámbito más socializado del discurso académico es la crítica, que se vierte en forma de artículos, ensayos, presentaciones, textos críticos y notas diversas. Lo que hermana a todos estos productos es el propósito de crear públicos para el arte.

En ocasiones se ve a la crítica como un género irrelevante, mas dista de serlo. Baste considerar que surgió como una necesidad: "La crítica no es producto del arte mismo, sino de la cultura", escriben Julián Díaz y Ángel Llorente. En este mismo sentido, Gonzalo Borrás delinea el escenario parisiense del siglo XVIII, cuando nace este género:

El artista que expone en el Salón ya no sólo tiene que enfrentarse a la academia, que selecciona las obras y cuyos criterios se atienen a los principios intemporales del ideal de belleza del clasicismo, sino que tiene que someterse posteriormente al juicio del público, cuyo criterio de valoración es el de la novedad y con cuya adquisición de obras nace el mercado anónimo burgués. Como afirma Francisco Calvo Serraller […], son los ideales burgueses revolucionarios los que promocionan la difusión democrática de los valores culturales, así como su distribución a través de un mercado libre. Los conceptos de "salón" y de "exposición" son complementarios con los de "público", "consumo anónimo" y "mercado".

De acuerdo con José del Águila, un actor decisivo en las exposiciones que se ofrecían en los salones de exposición elegidos por la Academia Real —la de San Lucas y los organizadores de las Exposiciones Universales en Francia— era el salonnier, o sea, el crítico. Fueron salonniers el enciclopedista Denis Diderot, así como los escritores Stendhal, Alexander Dumas y Théophile Gautier.

Pero desde un inicio queda muy clara la importancia de la crítica teniendo en cuenta que Charles Baudelaire, "con sus Flores del mal, sus Pequeños poemas en prosa y sus admirables páginas de crítica artística abre el camino a la aventura de la exploración creadora y visionaria que ha ido emprendiendo la poesía y el arte desde la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días". José del Águila atribuye a la crítica del poeta francés la capacidad de promover líneas de acción en el terreno del arte.

Que este ejercicio intelectual gravita sobre los productores y las obras es innegable. Pensemos, para reafirmarlo, que fue el crítico Louis Vauxcelles quien provocara la adopción del nombre fauvismo para una corriente plástica y, más tarde, la de cubismo para la célebre vanguardia representada por Pablo Picasso y Georges Braque.

Después de señalar el papel de los escritores franceses como críticos, se entenderá fácilmente que en nuestro país se hayan dedicado a la crítica José Juan Tablada, Jorge Cuesta, Xavier Villaurrutia, Octavio Paz y Juan García Ponce, entre muchos otros. Sobre el primero de ellos, Adriana Sandoval señala: "Como en su crítica literaria, en la crítica de arte, especialmente en su primera parte, es patente una visión estética donde predomina la teoría del arte por el arte". La observación de Sandoval es muy importante para los fines de nuestra exposición porque nos permite hacer notar cómo la crítica se sustenta en un concepto de arte —en el caso de Tablada, "la teoría del arte por el arte"—, por lo que representa propiamente un discurso académico. Veamos cómo elabora su argumentación Jorge Cuesta en las siguientes líneas:

Se acostumbra juzgar la decoración de los interiores como una forma de superficialidad y de ocio, como algo de lo que se puede prescindir sin hacerse ningún sacrificio, sin privar a la existencia de nada considerable y significativo. Tenemos que ver con sorpresa que ese criterio nació en la época en que la civilización se convirtió en un verdadero culto, en una verdadera divinidad. En la última mitad del siglo pasado [XIX], el criterio de la utilidad se hizo valer como el fundamental de la existencia humana civilizada. Todo se quiso medir con él. Como con secuencia, aquello que está, como el arte, del lado de la fantasía más que del lado de la razón, perdió su importancia tradicional para muchos sectores sociales, principalmente los dirigentes.El arte de la decoración, por el cual se hace participar concretamente la imaginación en la vida práctica, no sufrió una suerte distinta: se hizo pasar también por el filtro de la utilidad, con el resultado de que allí el mueble perdió las vegetaciones superfluas y fantásticas que "el ocio" le había hecho producir, y de que se ciñera su forma a fines estrictos y palpables. "En un mueble, en una sala, en una oficina, en una alcoba, no debe haber nada que no tenga una utilidad indispensable claramente señalada." Éste fue el precepto de la decoración utilitaria, característicamente burguesa.

Concluyamos este apartado citando dos frases que sintetizan el carácter intelectual, riguroso y productivo de la crítica en dos sentidos: como lector y productor. La primera frase es de Xavier Villaurrutia y dice: "¡Nadie pasa impunemente bajo las palmeras de la crítica!"; la segunda es de Octavio Paz, citado por Fernando del Paso: "La crítica —dice [Paz]— no sólo hace más intenso y lúcido mi placer, sino que me obliga a cambiar mi actitud ante la obra."


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