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1.2.1 La estética, las teorías del arte, las historias y los estudios sobre artes

Las cuatro entidades mencionadas son caras de un mismo cuerpo, de ahí que las hayamos conjuntado. De hecho, cada vez se estrechan más la estética y las teorías del arte, al punto de que gana consenso la idea de que es un mismo campo disciplinar, desdoblado a lo largo de la historia. Estética sería el nombre anterior de las teorías del arte. Las historias del arte constituirían un relato que se apoya en las categorizaciones de la estética o teorías del arte, y los estudios sobre artes representan la puesta en práctica de los supuestos, principios y metodologías que aportan todos los otros componentes.

Por ejemplo, el trabajo Domenico Scarlatti a través de sus sonatas, de Honorio M. Siccardi, concreta una importante tendencia en los estudios sobre artes que consiste en analizar los recursos que emplea un creador en relación con los artistas que le anteceden y los que le siguen. Se trata de un trabajo que permite ponderar la manera en que un artista sintetiza el lenguaje existente en su momento histórico y cómo trasciende su obra en el seno mismo de su medio de expresión. Es de este modo como Siccardi encuentra la influencia preponderante de Arcangelo Corelli en las sonatas de Scarlatti, pero también descubre la manera en que el compositor napolitano proyecta su influjo sobre otros músicos. Escribe:

En la creación técnica instrumental [Scarlatti] tiene buenos antecedentes, así como lo es él para otros. […]. No es tarea sencilla seguirle a través de Krebbs, Vento, Paradisi, Galuppi, Clementi, Czerny, etc. Nada extraño es que esas influencias llegaran a Schumann, Kalkbenner, Chopin, Mendelssohn […]. No ha de sorprender que las referencias scarlattinas aparezcan poco menos que textuales en Beethoven, que las recibió de los maestros vieneses […]. Digno de notar es este parentesco:

Notas musicales

Nuestro ejemplo se refiere deliberadamente a la música y cita intencionalmente un trabajo de corte comparativo para mostrar cómo el discurso académico concretado en un estudio persigue esclarecer, justipreciar, poner en contexto un objeto particular; en este caso, las sonatas de Scarlatti.

De igual modo, incluimos en la cita los dos fragmentos de partitura que presenta el autor, para poner de manifiesto cómo el discurso académico es argumentativo, probatorio, no espontáneo o subjetivista. En las líneas transcritas, Siccardi refiere que Scarlatti influye en Beethoven, pero acompaña su afirmación de fragmentos donde esto es evidente. Obsérvese —y tal es la intención de nuestro autor— la innegable semejanza de los compases citados, independientemente de la tonalidad, que es distinta en cada obra, según lo indican los bemoles (b) en el fragmento superior, y los sostenidos (#) en el inferior.

No está de más llamar la atención acerca de que la construcción de este discurso académico se basa en la movilización de saberes históricos, estilísticos y técnicos con sentido. Cuán lejos queda el discurso mediático que se levanta sobre un burdo subjetivismo si no es que representa una variante de la propaganda, con lo que ésta tiene de irracional.

Pero los ejes del discurso académico sobre el arte son la estética, las teorías del arte y las historias y estudios del arte. Al respecto es importante aclarar que éstos son campos cuyo interior es diverso en el sentido de que ofrecen diferentes enfoques y sistemas de desarrollo. De hecho —y como reflejo de la dinámica del conocimiento—, esta diversidad supone la confrontación de perspectivas, premisas y conclusiones. Es decir, cuando se habla de la estética, en singular, debe entenderse que hablamos de diferentes estéticas.

Por ejemplo, unas ideas estéticas son las que desarrolla Platón en la Antigua Grecia, y otras las de Friedrich Hegel en el siglo XVIII. La idea que debe quedar clara es que el discurso académico es una generalidad susceptible de particularizaciones. Y, sin embargo, como totalidad representa un fenómeno general sobre el cual pueden predicarse atributos.

En la Introducción nos referimos a objetos estéticos naturales o cotidianos, pero manifestamos que éstos pueden ser —y son— distintos del arte. Puntualizando, ciertas perspectivas de lo estético proponen que dichas cualidades son más una atribución que hacemos los sujetos, que un rasgo inherente de los objetos. Es, entonces, una atribución cultural. En sus reflexiones acerca del arte, Karl Marx concluye que nuestros sentidos son sentidos humanizados, distintos por ende de aquellos de cualquier ser vivo no humano. Por eso, para Marx, la naturaleza representa el escenario donde se desenvuelve en busca de la satisfacción de sus necesidades biológicas, pero para nosotros constituye un objeto de contemplación.

En la tesis anterior se apunta un quiebre: es la sensibilidad humana el elemento comprometido en la atribución de las características estéticas de un objeto. Es justamente la estética lo que nos hace conscientes de esta diferencia en apariencia sutil, pero de inmensa repercusión en nuestra perspectiva del arte.

Otro capítulo de la estética se refiere al de las ideas preceptivas. Es éste un capítulo superado en la historia, pero no en la sociedad. Cuando un espectador apoya su juicio a propósito de una pieza en lo que una obra de arte debería ser, apela a un sistema de referencias fijo, el cual entiende y usa como un instrumento de conocimiento. Si la pieza que observa responde a lo que el arte debería ser, probablemente el sujeto observador reconocerá la pieza como artística; si no cumple el dictado de los preceptos, la conclusión es: "No estoy frente a una obra artística". Es preciso comprender que la preceptiva campeó sobre el arte a lo largo del siglo XVIII como una expresión del racionalismo iniciado por René Descartes.

Antes de la preceptiva institucionalizada en las academias, Occidente abordó las cuestiones del arte con base en los cuerpos de ideas desarrollados por Platón y Aristóteles, quienes se refirieron al arte en los Diálogos y la Poética, respectivamente.

La reflexión que hicieron ambos filósofos acerca de los objetos artísticos respondió a sus circunstancias respectivas. Platón describió al pintor y al dramaturgo como ejemplo de artistas, pero no concedió valor a ninguno de los dos; antes bien consideró que eran creadores de ilusiones, categoría que encuentra adversa a la consolidación y conservación del Estadonación, principio con el que estaba comprometido. Aristóteles, por su parte, introdujo en el pensamiento de Occidente la idea de que el arte es una imitación de la realidad.

Tanto el relieve sociopolítico que orienta la perspectiva de Platón, como el carácter representacional que descubre Aristóteles, son cuestiones vigentes en la discusión sobre el arte. En este sentido, es muy importante señalar que, si bien el discurso académico incorpora los aportes del avance científico y responde a su contexto, no se desenvuelve de manera lineal superándose a sí mismo, como sucede en las ciencias fácticas, donde una nueva teoría derrumba a la anterior. Las ideas de Platón y Aristóteles siguen alimentando la discusión sobre el arte, de modo que coexisten con las ideas generadas por el materialismo histórico, los enfoques fenomenológicos y las estéticas posmodernas.


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