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1.2 EL DISCURSO ACADÉMICO

Escultura
Guerra florida, de Federico Silva (México), 2001.

Entendemos como discurso académico el que resulta de ubicar al arte como objeto de estudio. Esta perspectiva plantea una diferencia fundamental con el discurso mediático, que lo toma como un objeto que recorre los canales de difusión sometido al imperio del entretenimiento o el mercado.

En principio, pues, el discurso académico no pretende la obtención de una rentabilidad, sino trabajar en torno a los problemas del arte desde las perspectivas de la estética, la historia, los estudios de cultura, la sociología, la antropología, las ciencias de la comunicación, la psicología y la pedagogía.

Con estas disciplinas como herramientas de análisis, el discurso académico se vierte en tres líneas relacionadas entre sí en varios niveles y campos. Dichas líneas son: a] la estética, las teorías del arte y las historias y estudios sobre artes; b] la enseñanza de las artes, y c] la crítica de arte. Si bien son tres líneas, éstas tienen en común que conciben el arte como objeto de reflexión y pretenden explicarlo o comprenderlo como una totalidad a la luz de sus contextos, sus productores y sus destinatarios.

En este sentido, el discurso académico sobre el arte no difiere de otras reflexiones, como las que versan acerca de la realidad social o natural. No obstante, en el conjunto del quehacer académico, el trabajo acerca del arte ha sido puesto en un segundo plano, por debajo de discursos que se refieren a objetos considerados más relevantes.

Una mirada a la historia del pensamiento —y en particular a la de los discursos de las disciplinas del conocimiento— muestra que en ningún momento se ha privilegiado el discurso sobre el arte. Pero esto no responde (como podría sugerirse y, de hecho, se propone desde los imaginarios sociales) a que se trate de una construcción frágil, carente de axiomas o desarrollos, sino al hecho de que los sistemas explicativos —que nombramos disciplinas del conocimiento— surgen en el siglo XVIII, en el seno del racionalismo que da origen a la ciencia moderna.

Es así como los discursos académicos sobre el arte enfrentan desde su origen dos luchas: una en contra de la evanescencia de su propio objeto de estudio, y otra en contra del estamento académico que resulta de las relaciones sociales. Al respecto es interesante observar cómo los discursos que versan sobre la literatura se legitiman con mucha anticipación a los demás. No obstante, la lucha del discurso académico en contra de su circunstancia, la evolución de la cultura y la sociedad se han traducido en una abundante producción reflexiva sobre el arte, en parte por el descubrimiento de que éste constituye uno de los fenómenos que mejor caracteriza a la sociedad e influye sobre ella.

El discurso académico sobre el arte comparte con el resto de los discursos disciplinares la necesidad de elucidar el carácter de los fenómenos que rodean al ser humano. De igual manera, el hecho de que se realiza en los espacios de la filosofía y la teoría, genera sistemas de reflexión y análisis que implican procesos y resultados en el plano de la conceptuación, el diseño de categorías y su confrontación con los objetos.

La expresión más rigurosa del discurso académico se encuentra en la estética, la historia y teorías del arte y los estudios sobre artes; en un segundo plano se ubican la enseñanza de las artes y el ejercicio de la crítica. Veamos cada una de estas líneas.


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