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4.4 LOS RETOS A FUTURO, LA CRISIS ECOLÓGICA Y LA POBREZA

Difícilmente se puede poner en duda el aumento de la producción y la riqueza a escala mundial, en particular en México, donde reside el segundo hombre más rico del mundo.83 Además, el desarrollo tecnológico y su aplicación en diversos ámbitos de la producción han elevado las posibilidades de tener una mejor y más larga vida. Sin embargo, el aumento de la riqueza se ha dado como resultado de un creciente empobrecimiento relativo y a expensas de un desequilibrio ecológico que resulta peligroso por su irreversibilidad.

En este sentido, es alarmante el aumento de la desigualdad, tanto dentro como entre los países, cuyas consecuencias negativas no sólo repercuten en el ámbito del desempleo, la precariedad laboral y los salarios, sino que además desencadenan como efecto una inestabilidad social a escala mundial.84

La desregulación del trabajo a escala mundial y en particular en México, la vuelta a intensas jornadas laborales de 12 y 14 horas en los centros maquiladores, que han multiplicado la división del trabajo y los procesos de producción de mercancías, así como la migración general del campo a los ámbitos urbanos, han producido un nuevo tipo de trabajador industrial y agrícola, que no conoce las prerrogativas de los sindicalizados durante el estado de bienestar y que se enfrenta todos los días de forma individual a la inseguridad del mercado laboral.

A veinte años de la caída del muro de Berlín, el mundo ha cambiado su fisonomía política, pero no se ha construido un nuevo orden, por el contrario, hoy se vive la crisis de los derroteros del siglo XX. En el planeta habitan casi siete mil millones de seres humanos, más de 80% vive en países pobres, en tanto que poco menos del 20% restante vive en países altamente industrializados. Pero en estos últimos se concentra un tercio de la población urbana mundial. Casi mil millones habitan el continente americano, de ellos ciento veinte millones son mexicanos, y la sexta parte viven y trabajan fuera del país, principalmente en Estados Unidos.85

Al mismo tiempo, también se hacen cada vez más evidentes las consecuencias del deterioro ambiental ligado al aumento insostenible de la producción. El cambio climático con la consecuente desertificación de regiones, la desaparición de especies, la contaminación ambiental y el agotamiento de las reservas de combustibles fósiles son sólo algunos ejemplos de dicho deterioro.86

Plaza de la Constitución
Ciudad de México. Plaza de la Constitución, 2010
© Héctor Buenrostro.

En México, especialmente nos acercamos de manera creciente a la unión de estas dos grandes dimensiones: por un lado, el agotamiento de los recursos fósiles (las reservas de petróleo están mermando), así como el deterioro ambiental que parece ser cada vez más severo; y por el otro, la bonanza representada en su época de oro por el descubrimiento de los yacimientos petrolíferos no han logrado mermar la pobreza en el país y menos la desigualdad social, que se ha profundizado en los últimos decenios.

Nos enfrentamos una vez más a esta increíble paradoja del sistema capitalista, en donde unido al magnífico crecimiento de la producción mundial, su interconexión y globalización, se observan las grandes crisis del sistema, tanto social como ambiental.

Eric Hobsbawm terminó su Historia del siglo XX con una advertencia clave: "Si la humanidad ha de tener futuro, no será prolongando el pasado o el presente. Si intentamos construir el tercer milenio sobre estas bases, fracasaremos. Y el precio del fracaso, esto es, la alternativa de una sociedad transformada es la oscuridad".87

Así pues, el siglo pasado dejó una deuda social en México y en el mundo y una gran tarea hacia el futuro. El reto es resolver el crecimiento económico no excluyente ni agotador de recursos, de modo tal que resulta imprescindible construir una doble alianza, entre los seres humanos y con la naturaleza.88


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