conocimientos fundamentales

| español | lengua y comunicación

Página anterior Página siguiente





1.4 TRES GRANDES ESQUEMAS TEXTUALES

Seis poetas toscanos

Seis poetas toscanos, de Giorgio Vasari, 1544.

Es evidente que existen muchos tipos de textos para diferentes usos en la vida cotidiana. Dicho de otro modo, usamos nuestra lengua de distintas maneras y esas variaciones dependen de las necesidades de comunicación y del contexto. No obstante, los estudiosos de estos temas han podido establecer tres grandes esquemas que se utilizan en casi todos ellos. A excepción de algunas estructuras muy fijas que se dan en lo que en México llamamos machotes, es decir, formatos, podemos afirmar que o narramos o exponemos (explicamos) o argumentamos. Las diferencias entre los tipos textuales que utilizan estos grandes esquemas están dadas, sobre todo, por los propósitos comunicativos. No sólo narramos cuando escribimos novelas o cuentos, no sólo exponemos cuando presentamos un trabajo académico, no sólo argumentamos cuando tenemos que defender una causa. En un diálogo, en una conversación cotidiana, podemos encontrar, mezcladas, narraciones, exposiciones y argumentaciones.

Existe un cuarto esquema, el de la descripción, que aparece prácticamente en todos los textos, pero no como una gran estructura, y se puede considerar un microesquema. No parece clara la existencia de una gran estructura que se pueda calificar de "esencialmente descriptiva"; sin embargo, prácticamente en todos los textos hay fragmentos más o menos largos en los que se describe, como parte de un gran esquema. Incluso suele haber textos con tantas descripciones que no es fácil distinguir la gran estructura de la que depende. Veamos el comienzo de una novela —texto narrativo por excelencia— de Luis Sepúlveda:

El cielo era una inflada panza de burro colgando amenazante a escasos palmos de las cabezas. El viento tibio y pegajoso barría algunas hojas sueltas y sacudía con violencia los bananos raquíticos que adornaban el frontis de la alcaldía.

Los pocos habitantes de El Idilio más un puñado de aventureros llegados de las cercanías se congregaban en el muelle, esperando turno para sentarse en el sillón portátil del doctor Rubicundo Loachamín, el dentista, que mitigaba los dolores de sus pacientes mediante una curiosa suerte de anestesia oral.

—¿Te duele? —preguntaba.

Luis Sepúlveda, Un viejo que leía novelas de amor.

Podríamos decir que se trata de una descripción, pero en realidad ella depende de la narración. La descripción no tendría sentido si no la sustentara la narración, ya que está inserta en el gran esquema narrativo. Observemos el fragmento siguiente:


LA SANGRE

La sangre, el líquido que el corazón hace circular a través de las arterias y las venas de nuestro organismo, es un elemento fundamental para el mantenimiento de la vida y de las funciones celulares. Gracias a la circulación de este líquido se transportan sustancias de unos lugares a otros del organismo, de forma que las células pueden nutrirse y eliminar sus productos de desecho.

La sangre es un tejido formado por dos componentes: el plasma y las células sanguíneas. El volumen total de sangre es de, aproximadamente, 5 dm3 en los hombres y de 4.5 dm3 en las mujeres.

Existen tres tipos de células sanguíneas: glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas.

¿Es una descripción o una explicación? Sin duda se trata de una explicación sobre las funciones y características de la sangre; el breve fragmento recurre a la descripción propiamente tan sólo en el segundo párrafo.

Describir quiere decir presentar y caracterizar a las personas o personificaciones, animales, objetos, cosas y lugares, señalando sus rasgos; es producto de la observación y la reflexión. En las descripciones encontramos sustantivos y adjetivos ("amor apasionado"), comparaciones ("amar como locos") y metáforas ("el amor es ciego"), verbos copulativos o atributivos como "ser" o "estar", o verbos que funcionan como tales: parecer, dejar, resultar, tener ("el amor resulta dañino").

Con el solo hecho de utilizar un adjetivo calificativo, quien habla o quien escribe, describe. Por eso, la descripción no se concibe como uno de los grandes esquemas, pero sí como una microestructura que aparece en prácticamente todos los tipos de textos. Sin duda es preciso recurrir a la descripción y aprender a describir bien. Un buen ejercicio para lograrlo consiste en observar a las personas de nuestro entorno y describirlas tanto física como humanamente para elaborar una lista de sus características; por ejemplo:

Inicio de página